.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.

Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Fermín Ordóñez es por segunda vez presidente del comité municipal del PRI en la capital del estado. La primera ocasión lo fue al amparo del entonces gobernador César Duarte y el entonces alcalde Javier Garfio, a quienes ahora niega.

 

Previo a eso, había traicionado al exgobernador Reyes Baeza para subirse al tren ganador del priismo en 2010 y le intentó arrebatar sus candidaturas a diputados locales a un reconocido empresario y a un reconocido ex líder sindical que abandonó las filas del partido color bandera recientemente.

 

Tras la derrota priista del 2016, Fermín buscó permanecer vigente en el ambiente político priista; aspiración legítima.

 

Y por una coyuntura afortunada para él, regresó al comité municipal como cabeza de un priismo deprimido.

 

Previo a eso había sido regidor (único cargo de elección popular que ha ocupado) y en 2016 fue apabullado en las urnas por la panista Blanca Gámez.

 

En 2018 intentó por todos lados ocupar cualquier candidatura que fuera posible y le cedieron la de la candidatura a síndico del PRI, en la cual fue doblemente humillado: por el panista Amín Anchondo y Miroslava Arvizo, ambos debutantes como candidatos: 178,129 votos para el panista y 121,101 votos para la candidata de MORENA/PES/PT. El priista Ordóñez solamente 57,744 votos.

 

Los números son clarísimos. Fue una derrota humillante ante un candidato que en su segunda experiencia no aprendió a ser competitivo.

 

Este 2019 Ordóñez Arana ha dado muestras claras de como percibe la política; para él (según su desempeño público) es una cadena de traiciones.

 

No es que Fermín sea muy importante para los chihuahuenses y para los priistas, pero merece un análisis para esa minoría que le interesa el tema.

 

Los hechos públicos de los que han dado cuenta algunos medios de comunicación desde que regresó como interino al comité municipal del PRI, confirman la ausencia absoluta de estrategia de Ordóñez y su mermado equipo.

 

Empezó con un pobre intento de imponer una agenda de golpeteo al gobernador y a algunos funcionarios del Congreso del Estado, mintiéndole a la ciudadanía con falsas vicitimizaciones contra las entonces diputadas del PRI, a quienes acusaba de ser cómplices del PAN-gobierno en el intento de despedir a una hermana suya del poder legislativo. 

 

Lo mismo atacó a sus compañeros y compañeras de partido con el afán de defender los intereses de un extraño patrocinador de sus aspiraciones que, al parecer, lo usa como peón de un ajedrez de complicados intereses y revanchas entre compadres.

 

Se queja constantemente de la intolerancia del gobernador Javier Corral hacia la crítica, cuando él es peor. Es mil veces más hipersensible a la crítica que le hacen.

 

Su soberbia lo volvió ciego del sentir ciudadano, lo dejó sin olfato político y exacerbó su necesidad de llamar la atención y de ver su rostro en las portadas de los medios digitales ante la obligada hecatombe que los votos en su contra le dieron.

 

¿Cómo se le llamara a esa enfermedad que padecen aquellos sin tener poder piensan que lo siguen teniendo?

 

¿Locura? ¿Cruda? ¿Idiotez?

 

Y no conforme con sus yerros políticos acumulados, anduvo coqueteando en el proceso interno de renovación de dirigencia nacional del PRI, con el equipo local de Alejandro Moreno. Ofreció los mismos espejitos que le vendió a Duarte/Serrano para hacerlo candidato en 2016 y los mismos que ofreció en 2018.

 

Con dos derrotas contundentes y humillantes, ofrecía estructuras electorales invisibles, producto de su ambiciosa imaginación. 

 

Nadie le creyó y como bebé, hizo sus berrinches.

 

Y decidió apoyar a la exgobernadora yucateca Ivonne Ortega, mientras que previamente militó en el equipo de su desaparecido mecenas, Reyes Baeza, quien apoyaba la fracasada aspiración de José Narro.

 

Y como si fuera la última cerveza premium en el desierto fifí, se daba a desear como si fuera el imán electoral que Alito, Chihuahua y todo México necesitaba.

 

¡Vaya! Debe de estar muy celoso AMLO de que Fermín le quiera disputar su corona.

 

Por largos periodos, Ordóñez permanece en silencio porque agota todas sus balas en media ronda de disparos, para después aparecer con alguna mentira espectacular como la de esta semana.

 

Intentó sorprender a la opinión pública con un hecho sin comprobar (que para el común de la gente, son simples mentiras o noticias falsas para los más sofisticados): que el Fiscal General del Estado de apellido Peniche estaba construyendo una casa de 20 millones de pesos sin mostrar ninguna prueba más que su devaluada palabra.

 

Y no conforme con ello, se ha dedicado a cuestionar desde la penumbra, el patrimonio acumulado por Peniche.

 

No tengo ninguna relación con el fiscal Peniche. Ni siquiera lo conozco. Pero, las acusaciones se toman con seriedad dependiendo de la fuente; que ésta sea creíble, presente pruebas, etc.

 

Tras el análisis del errático comportamiento público de Ordóñez, que es peor que el de la célebre Chimoltrufia, cualquier información que sale de su boca no tiene la mayor relevancia. Desde hace años inventa información para el golpeteo político y cada vez llama menos la atención. 

 

Es más, no le ha servido para ganar ninguna elección. Hace lo mismo y lo mismo esperando resultados diferentes y en sus derrotas electorales está la respuesta.

 

Pero, además con un poco de  congruencia, Fermín pudo haber atacado al Fiscal con asuntos inherentes a su desempeño público, pero con esa incontinencia verbal que tiene y el desorden mental producto de sus instintos, lo lleva a equivocarse una vez más y peor.

 

¿Con qué cara cuestiona Fermín a Peniche por su patrimonio si él no ha aclarado de donde proviene el suyo propio?

 

Emula a AMLO para autoproclamarse adalid de los pobres y ondea la bandera de la esperanza con sus playeras polo con el pequeño cocodrilo que cuestan miles de pesos.

 

Se queja de la pobreza económica del PRI y arremete contra quien sea por no tener para pagar los servicios y la escasa nómina de la dirigencia municipal, mientras patrocina lujosos desayunos en restaurantes de alta cocina y lujo gastronómico.

 

Los puestos que ha ocupado desde antes de ser regidor fueron muy modestos y los que ocupó después de ser miembro del cabildo, no fueron de primer nivel; entonces, ¿de donde proviene su patrimonio y capacidad financiera para pagar lujosos desayunos, ropa de marcas europeas y mantener el PRI municipal si desde hace más de tres años no tiene un empleo formal?

 

Si yo fuera Peniche, eso le cuestionaría. 

 

Pero seguramente a Fermín ya se le olvidaron aquellos tiempos cuando Peniche fue delegado de la entonces PGR y seguramente le pidió algún favor o gestión para alguien.

 

¿Qué intereses mueven a Fermín a atacar todo mundo sin distingo de partido, edad o credo? 

 

La falta de oficio político y la desesperación en la que se encuentra después de tres derrotas consecutivas en las urnas.

 

Simplemente y llanamente es lo que comúnmente se conoce como un consumado chivo en cristalería.

 

Ultimaletra

Celso Piña dejó una huella imborrable en Chihuahua con sus interpretaciones en diferentes ediciones del Festival Internacional Chihuahua; sorprendió la noticia de su muerte. Un artista atrevido y disruptor, que supo siempre como reinventarse. Descanse en paz.

luisruben@plandevuelo.mx

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