.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.

La muerte es esperada pero nunca bienvenida. Rodolfo Rodríguez “El Pana”, dejó de existir el pasado jueves, cerca de las siete de la noche en Guadalajara, algo lejos de su amado Apizaco.
Un mes y un día después del trágico percance que lo dejó al borde de la muerte, el famoso y polémico torero, perdió la batalla y abandonó los ruedos terrenales.
Su última actuación completa, la tuvo el viernes 29 de abril en la Plaza Alberto Balderas de Ciudad Juárez, donde alternó con Alejandro Talavante y Armillita IV, en donde el español y el joven Armillita cosecharon una y tres orejas, mientras que “El Brujo” de Apizaco, se llevó palmas y silencio.
Yo me quedé con los boletos en mano para ir verlo. Quizás es de los muy pocos toreros en activo, que no había visto y, por cuestiones de trabajo, pospuse el encuentro en vivo con El Pana, pensando que seguramente habría una ocasión más de verlo. Fuera durante el verano o ya pensando en la Temporada Grande de La México, para poder consumar ver a una figura del toreo que divide opiniones.
El Pana nació el 22 de febrero de 1952 y antes de ser torero, fue panadero, vendedor de dulces y sepulturero. Venía de una familia de muy escasos recursos y como ha pasado con muchos toreros (reales y ficticios como Luis de la novela “Más Cornadas da el Hambre de Luis Spota) tenía una gran pasión por convertirse en torero y abrirse camino fue muy difícil. Lo logró en la profesión taurina, encontró la manera de sacar a su familia de la pobreza.
Era un hombre polémico. Le gustaba vivir cerca de la rayita. Como lo comprobó en 1995 cuando saltó de espontáneo en el ruedo de La México para hacer un reclamo y manifestarse en contra de las pruebas nucleares que realizaba el gobierno de Francia, en una tarde en la que el entonces presidente galo, Jaques Chirac, visitó el coso de Insurgentes. Por situaciones similares, visitaría la cárcel seis veces más, situación que lo vetó en el medio taurino durante algunos años.
En 2007, tras años de no pisar la Plaza México, en la temporada grande 2006-2007, y con 55 años de edad, sorprendió su inclusión en la misma, para que pudiera decir adiós a los ruedos. Sin embargo, fue tal el éxito que tuvo aquella tarde que relanzó su carrera y lo llevó a torear fuera del país y hasta poder estrenarse como matador en España y Francia.
Esa tarde de enero de 2007 le alargó su carrera casi una década más y lo llevó a ser conocido por una nueva generación de entusiastas y aficionados a la fiesta brava.
Estando en Juárez, el pasado mes de abril, causó revuelo su visita: todos los medios querían entrevistarlo. Todos querían su “selfie” con él. Lo que tenía de polémico, lo tenía de carismático. Era rebelde y vestía a la usanza de antaño, a diferencia de los demás toreros.
Mi querido amigo Antonio García “El Chihuahua” tuvo una buena relación con él e incluso un día antes de su última corrida, platicó largo y tendido con él.
Sus restos mortales han sido llevados a su natal Apizaco, en donde su nombre es leyenda hace rato. Ahí, fue profeta en su tierra, tanto que la plaza de toros de ese lugar brilla por llevar su nombre.
En la tarde mencionada de su despedida, en enero de 2007, misma que resultó su segundo aire, El Pana se aventó un brindis inusual que ya es leyenda en todo el mundo taurino: “Quiero brindar ese toro, mi último toro de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, mesalinas, meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, a todas aquellas que saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando “El Pana” no era nadie, que me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. Va por ustedes”.
El Pana fue un hombre de excesos. El alcohol y las mujeres en algunas etapas de su vida, lo llevaron a baches emocionales fuertes pero a ellas, les dedicaba un toro en la que pensaba, sería el último antes de cortarse la coleta.
Descanse en paz, después de una larga agonía, Rodolfo Rodríguez “El Pana” a quien extrañaremos en los ruedos y en más bellas de las fiestas.
Antes de terminar, les comparto algunas frases célebres del “Brujo Apizaco”:
“Del triunfo, me gusta la ovación y del fracaso la manera en que le hace a uno el toro reflexionar, hay que estar más preparado para el fracaso que para el triunfo».
“Yo soy El Pana, un torero por hambre, no por vanidad, estoy en huelga de hambre que den una oportunidad”.
“Para que haya faenas magistrales se necesitan toros excepcionales, porque cuando el estilo del torero es definido y el del toro indefinido, sin tardanza llega el destoreo”.
“Torear es torear, pero torear bien es como un constante orgasmo”.
Así era “El Pana”: polémico, intenso, irreverente. Hoy es una leyenda de la hermosa fiesta de los toros.
¡Y arriba El Pana!
ULITMALETRA
Quiero felicitar por su cumpleaños a mi lector más fiel: Ramiro Alvídrez Frías. Un año más de bendiciones y festejos. ¡Felicidades, abuelo!