.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.
Desde 2010 el Partido Revolucionario Institucional regresó a gobernar en la capital del estado en la figura de Marco Quezada. Tres años después se refrendó el triunfo en la figura de Javier Garfio Pacheco. Con muchas diferencias en el estilo de gobernar (como es natural) cada quien perfiló su administración por el rumbo que creía correcto.
El primero se dedicó a la pirotecnia política, a construir futuro político y no grandes soluciones para la ciudad; el segundo se enfocó en sumar voluntades para realizar obra pública que resolviera problemas a largo plazo.
Así Javier Garfio es quizás el alcalde que más obra pública ha realizado en un dos décadas y la gente desconoce tal logro. Esto será tema para otra ocasión.
Tanto Quezada como Garfio quedaron a deber en materia cultural. A ninguno de los dos les importó la cultura: cada año le recortaron presupuesto, no implementaron políticas públicas en la materia y minimizaron el actuar de la instancia cultural municipal en sus respectivas administraciones.
Se puede entender que un abogado aficionado al béisbol quiera impulsar políticas sociales asistencialistas que le den votos y que un ingeniero civil tenga su prioridad en las obras de gran envergadura.
Pero el fomento a la cultura es fundamental y parece que los últimos gobiernos municipales priístas no les ha importado.
Si es cierto que se desarrollaron eventos masivos en en centro de la ciudad en años recientes, (el polémico) Centrópolis, Festival de las Estaciones, Pasaje Victoria y otros tantos que devolvieron vida a las calles peatonales del centro de la capital del estado.
En la misma comunicación oficia de la presidencia municipal y en voz de quienes los promovían, se les denominaba “eventos culturales” con música, oferta gastronómica, galerías de arte, bebidas espirituosas y decoración urbana atractiva.
Siempre a un lado del alcalde figuraban los responsables de la organización de dichos eventos y entre esos funcionarios el director del Instituto de Cultura Municipal nunca figuró, siempre se le hizo menos; mejor que ni apareciera.
Y es algo que no logro entender: Si eran eventos culturales, ¿por qué el liderazgo de los mismos era la Dirección de Desarrollo Comercial y Turístico?
Entiendo que tuvieran que participar varias dependencias en la organización, pero si eran eventos culturales, debía de ser el Instituto de Cultura Municipal quien fuera la voz cantante.
Pero en tres años nunca fue así. Siempre se le relegó. Y se le minimizó su actuar, recursos y fue el patito feo de la administración priísta que llega a su fin. De igual forma sucedió con el gobierno de Marco Quezada.
Hay que recordar que Quezada cambió al director Luis Horacio Flores por sugerencia del aún diputado Eloy García Tarín (quien era el poder tras el poder en el ayuntamiento 2010-2013), ya que tenía serias diferencias ideológicas con él. Lo sustituyó un proveedor amigo, a quien se le atribuyeron conocimientos de cultura por tener una casa productora.
En el caso de Garfio, el puesto recayó en el músico Alberto Ávila, quien no tenía experiencia en el área cultural gubernamental, y aunque comenzó con tumbos, recobró el rumbo e hizo lo que pudo ante permanentes recortes presupuestales y ninguneos, pero continuó con perfil bajo. Con la llegada de Eugenio Baeza, hubo cambio en la figura de alguien con más experiencia como Rubén Castañeda, quien permaneció en el cargo tras el regreso de Garfio al despacho principal del ayuntamiento.
Sin embargo este cambio de poco sirvió. Castañeda, quizás con menos margen de maniobra que su antecesor, siguió el camino del mantener un perfil más bajo y cero protagonismo, tanto que pocos se acordaron con los eventos del centro de la ciudad de este verano, que existe un Instituto de Cultura Municipal.
Ojalá la presidenta municipal electa, Maru Campos, tome nota de esto.
Las administraciones de Juan Blanco y Carlos Borruel le dieron impulso al ICM como nunca pero siempre privilegiando el espectáculo masivo en El Palomar, descuidando las políticas públicas a largo plazo.
No hay que irse a ninguno de los extremos: hay que trabajar en que la cultura sea motor de desarrollo económico y social.
Ojalá Maru y su equipo lo entiendan y no repitan los errores de quienes la antecedieron en el cargo, para que el ICM no siga siendo el gran perdedor.
ULTIMALETRA
Hay quienes siguen sembrando odio y llamando al conflicto: su voz ganó y es tiempo de que piensen en dar resultados trabajando y no peleando.