EN PLAN DE VUELO
Ha atraído poderosamente mi intención la avalancha de denuncias en contra de ciertos personajes del medio del espectáculo, desencadenadas por la afirmación realizada por Karla Souza a la periodista Carmen Aristegui en torno a que un director había abusado de ella.
Partiendo de la base de que no pretendo emitir algún tipo de juicio, ya que para eso están los jueces, el propósito del contenido de este artículo es realizar una reflexión de ciertas aristas que a mi ver, estimo de consideración
El punto de partida, la arista fáctica: las lamentables cifras en México: el 66.1% de las mujeres mayores de 15 años ha experimentado al menos un acto de violencia en su vida; en promedio, se producen 600 mil delitos sexuales por año en México y se ubica en el cuarto lugar por el riesgo de violencia sexual contra las mujeres.
Continuamos con la vertiente de los acaecimientos. Para nadie resulta un secreto de que el medio del espectáculo es uno de los más proclives a que se desarrollen prácticas contrarias a la dignidad de la mujer, por citar algunos de los miles de ejemplos que existen, se encuentra el testimonio de Kate del Castillo en el documental grabado para la empresa de entretenimiento Netflix, donde ella externa que: “Televisa trata a las mujeres cosas y las ofrece a los principales clientes de la televisora”, así como también, que en los comienzos de su carrera ella era invitada a asistir a eventos con ejecutivos donde se experimentaba el acoso sexual. “La propia empresa te sexualizaba”, comentó.
A la devastadora afirmación de Kate se unió la de la cantante Dulce María quien para la revista People en Español, externó que algunas artistas son ofrecidas a los publicistas para obtener financiamiento. “Yo empecé los 5 años pero mi mamá estuvo pegada a mi todo el tiempo, hasta los 18 años, pero eso pasa desgraciadamente en este medio y en muchas partes y tiene mucho que ver con que tú también te prestes, pero depende de ti, que aceptes o no, y yo como que nunca doy pie a eso, voy por el camino a veces más largo, pero por el camino de la integridad…”
Por su parte, la actriz Alejandra Ávalos, al respecto también patentizó que en Televisa existía un catalogo donde invitaban a las artistas de la televisora a tener encuentros con empresarios a cambio de un muy buen sueldo, cuando la invitaron la artista respondió: “yo no me manejo bajo esos estándares sexuales o de favores sexuales”, a pesar de que la persona le ofrecía sumas considerables de dinero, inclusive hasta un millón de pesos por noche por acompañar a algún ejecutivo o cliente de Televisa, Ávalos declinó la oferta de la casa televisiva.
Ahora bien, desde el punto legal, hasta donde yo tengo estudiado, para que se configure el delito ya sea de violación o bien, el de abuso sexual, subyace como condición sine qua non el hecho de que no exista consentimiento de la víctima, o bien, aun habiéndolo que este no sea por miedo o por alguna condición de superioridad jerárquica, entre otros.
Según se desprende del criterio emitido por los tribunales federales, el cual es visible en Gaceta del Semanario Judicial de la Federación bajo el número de registro: 2011935 el cual establece que en estos casos se, “exige el juzgamiento con perspectiva de género, apreciando el potencial estado de vulnerabilidad de la víctima frente a su agresor que, valiéndose de una relación de pareja irregular y posiblemente enfermiza, somete y obliga a la pasivo mediante la imposición de género a la realización de actos contrarios a su voluntad, como la propia entrevista, la permanencia con el activo y la práctica de conductas erótico-sexuales exigidas por el activo y aparentemente consentidas pero, en realidad, sólo toleradas obligadamente por la víctima, en virtud de su condición de sometimiento en el contexto integral de los hechos.”
Continuando con el desglose fáctico, no podemos hacer caso omiso de aquellas declaraciones emitidas de la propia actriz Souza, en agosto de 2014, a una entrevista para el programa de Eugenia Debayle, en la que ella misma manifiesta que para conseguir papeles había hechos cosas de las que se arrepentía: «Cuando veía que a un productor yo quizá le gustaba, yo usaba esa relación para que en algún momento, tal vez, recibir un papel o alguna promoción de parte de él.»
Más allá de la tormenta de cuestionamientos y posturas en torno a que sí Karla consintió de cierta forma la realización de conductas sexuales, o bien, dicho consentimiento tal vez no fue pleno sino que estuvo viciado por lo que precisamente, por lo apuntalado por la tesis antes referida de los tribunales federales, esto es que se trató de conductas aparentemente consentidas, pero solo toleradas por la victima por su condición de sometimiento en el contexto general.
Según la Organización Internacional del Trabajo, define al acoso sexual como: «un acto en el que hombre o mujer realiza de forma indebida, por cualquier medio, requerimientos de carácter sexual, no consentidos por la persona afectada.»
Trascendiendo a los juicios que sobre el particular se han hecho, resalto que no sólo en el medio del espectáculo acaecen las vejaciones de tipo sexual. Tratándose de acoso sexual hacía las mujeres, en general, no solo en los suscitados en el trabajo, los casos superan los 25,000 al año, sin embargo, únicamente el 40% de los mismos son denunciados, según datos aportados por la Secretaría de la Función Pública.
En la misma tesitura, se registra un millón y medio de mexicanas que padecen acoso sexual en el trabajo, lo que representa el 10 por ciento de la Población Económicamente Activa, sin embargo, 99 % de los casos no son denunciados, la mayoría de las ocasiones las mujeres guardan silencio respecto del acoso y optan por buscar otro empleo, según datos proporcionados por la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión con motivo de la iniciativa para reformar la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, reglamentaria del apartado B del artículo 123 Constitucional.
Ante las catastróficas cifras señaladas, ocioso es pues debatir en que si la artista se dio a respetar o no; que si el medio del espectáculo es así; que la televisora sólo despidió a un solo director cuando varios son los involucrados en estas atroces prácticas, etc.
Más allá de la artista que ahora alzó la voz, están la multitud de mexicanas que ni por un ápice consideran la posibilidad de denunciar la situación de acoso o abuso vivida, porque no tienen fama y fortuna como las estrellas de televisión o cine.
A ellas nadie las escucha.
Son víctimas del propio sistema y cultura, que temerosas de realizar alguna denuncia por pánico al reproche social e inclusive familiar, les amedrenta que pongan en tela de juicio sus aseveraciones. Tienen pavor al propio acosador o a la familia de este o a sus influencias.
Más que durar semanas parloteando sobre Karla, prestémosle atención a la empleada doméstica, a la trabajadora de maquila, a aquellas mujeres que con motivo de su empleo laboran hasta altas horas de la noche y se encuentran más expuestas a los ataques. A ellas no las entrevista Aristegui ni son famosas ni tienen a su alcance entrevistas con medios nacionales. Y son precisamente ellas las que integran el grueso de las estadísticas en tratándose de vejaciones.
Es verdad que tanto a nivel internacional como nacional, los esfuerzos de las autoridades y sociedad civil para la protección a la mujer han sido copiosos pero tal vez insuficientes ya que los números son contundentes.
El caso de Karla debe dar lugar no sólo para que se sancione a los responsables, sino para que de una vez por todas se establezcan y se generen medidas que logren efectivamente la disminución y en su momento la erradicación del acoso sexual en el centro de trabajo.
ESCALAS
- Agradezco todas y cada una de sus sugerencias que han llegado a mi correo, con temas para abordar en este espacio. Las tomo en cuenta y espero me siga escribiendo a: fabiola@plandevuelo.mx
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