La Habana, Cuba.- Este 26 de julio, Cuba recuerda nuevamente la acción heroica de los jóvenes que hace 63 años asaltaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes para oponerse a los atropellos de la dictadura instaurada en la Isla.
Denominados como la «Generación del centenario» a propósito de cumplirse en 1953 los 100 años del natalicio del Héroe Nacional, José Martí, los revolucionarios liderados por el abogado Fidel Castro mostraron al mundo la inconformidad del pueblo y sus ansias de libertad.
Luego de no poder conseguir su emancipación a finales del siglo XIX debido a la intervención militar de Estados Unidos, cuando la lucha iniciada el 24 de febrero de 1895 por el Ejército Libertador contra la colonia española estaba casi ganada, la sociedad cubana quedó bajo los intereses hegemónicos de los Estados Unidos.
El primer zarpazo lo dieron en 1901, cuando una convención nacional aprobó la Constitución, la cual estableció una república impedida de disfrutar de su soberanía por la Enmienda Platt, válida hasta 1934 e impuesta por el Congreso estadounidense como condición para que algún cubano pudiera tener acceso a gobernar su propio país.
A partir de entonces las empresas norteamericanas se apoderaron de las mejores tierras, fábricas, bancos, medios de transporte, minas y especialmente de la industria azucarera, lo que pasó factura al pueblo cubano, principalmente en el área rural.
El 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista encabezó un golpe de Estado y sumió a la nación en sangrienta dictadura, que tenía el beneplácito y apoyo del gobierno de Estados Unidos.
Fueros esos y otros factores los que llevaron a aquellos hombres y mujeres a rebelarse. Los asaltos a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, sacudieron el país y reavivaron el espíritu independentista del pueblo.
El propósito de los asaltantes era ocupar esas plazas militares y convocar a la insurrección popular.
Aunque no pudieron conseguir su objetivo, la gesta inspiró a muchos cubanos que, poco más de tres años después, junto a Fidel, su hermano Raúl Castro, el fallecido comandante Juan Almeida y tantos otros revolucionarios continuaron la lucha hasta alcanzar la definitiva independencia el 1 de enero de 1959.
Desde entonces el 26 de Julio fue denominado como el «Día de la Rebeldía Nacional» y, a decir de Fidel, constituyó la apertura de «un nuevo camino al pueblo; que marcó el inicio de una nueva concepción de lucha, que en un tiempo no lejano hizo trizas a la dictadura militar y creó las condiciones para el desarrollo de la Revolución».
«El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias. Trincheras de ideas fueron más poderosas que trincheras de piedras», son algunas de las reflexiones de Fidel para resaltar la trascendencia de la epopeya.
Mientras, al referirse a los caídos, el guía guerrillero afirmó que: «ellos encendieron en las almas el aliento inextinguible, nos acompañaron en las cárceles y en el destierro, combatieron con nosotros a lo largo de la guerra.»
Tras el triunfo de la Revolución cubana, los cuarteles y centros de tortura de la tiranía se convirtieron en escuelas, y muchos nuevos centros educacionales fueron edificados a la par de la inédita campaña de alfabetización que erradicó el analfabetismo en el país.
Al mismo tiempo, la promulgación de leyes de reforma agraria y urbana democratizó la propiedad y usufructo de la tierra y las viviendas.
Se inició, además, un proceso de industrialización y nacionalización de empresas que rescató para Cuba tierras, minas, centrales azucareros, hoteles, refinerías, servicios telefónicos y otros esenciales controlados hasta entonces por Estados Unidos.
Ese fue el comienzo de un proceso encaminado a la justicia social, con el cual la nación antillana puso fin a los problemas que llevaron a los acontecimientos del 26 de julio de 1953.
Por: Reinaldo Wossaert Silva/Prensa Latina.