EN PLAN DE VUELO
Sororidad termino derivado del latín “soror” que significa hermana y que se define, a grosso modo, como la relación de hermandad y solidaridad entre las mujeres para crear redes de apoyo entre las mismas.
El referido tópico, así como el relativo a la perspectiva de género, estimo que lejos de ser conceptos para adultos, estupendo sería que se incluyera su práctica en la vida cotidiana de los menores, que se inculcaran los aludidos conceptos, como una novedosa forma de vida lo que implicaría el abandono de los anquilosados y nocivos roles y estereotipos que privan en la cultura mexicana.
Sencillo resulta el asumir que es en la escuela el lugar compete para impartir cursos de perspectiva de género, si bien es verdad, no menos cierto es que la perspectiva de género no es un llano concepto, una asignatura más que cubrir del ciclo escolar para acreditar un grado o conseguir la liberación de una boleta, si seguimos concibiéndola en esa forma, continuaremos formando mujeres y hombres víctimas de nuestra propia cultura.
La perspectiva de género reviste copiosa trascendencia su enseñanza desde la infancia, labor que no puede únicamente atribuirse, a las instituciones educativas, sino que es un concepto que para lograr que cuando nuestra descendencia crezca, también la aplique en su vida cotidiana, por ello es menester que los menores la vivan día con día en su familia, que vean, escuchen y vean a sus seres queridos practicar conductas y toma de decisiones con base en perspectiva de género, evitando opciones contrarias a la perspectiva de género, por mas inofensivas que ésas alternativas pudieran parecer.
En la familia estriba la ardua tarea de enseñar o bien extirpar los estereotipos o roles de género, recordemos las con inocentes pero perniciosas frases como “ los niños no lloran” o eso no es tarea de mujeres”, si abordamos el tema de los obsequios, comúnmente se regalan a las niñas objetos como cocinitas, trastecitos, bebes; a los niños, carritos, tractores, herramientas, entre otros.
Alguien argüiría y ¿cómo le vamos a regalar una cocinita a un niño? o bien, ¿cómo obsequiarle una caja de herramientas de juguete a una niña? Estas interrogantes, estas ideas tradicionales de nuestra cultura machista y carente de sororidad, únicamente refuerzan la misma, soslayamos analizar el efecto dañino que estas acciones y comentarios producen en nuestros menores y que solo les encauzan el camino y un destino con amplios obstáculos ideológicos en los que difícilmente pudiera subyacer una formación con perspectiva de género.
Abordando el tema de las cifras, en nuestro país las mujeres destinan en promedio 29.8 horas a las semana a las actividades domésticas, mientras que los hombres dedican 9.7 horas; es decir, las mujeres triplican el tiempo registrado por los varones.
En el ámbito laboral en México el 48% de mujeres se ven constreñidas a repudiar un ascenso o cargo de dirección debido a que la mayor parte de las faenas domesticas descansan en ellas, concepción asignada desde tiempos inmemoriales como una función natural de la mujer y la cual ha perdurado a través de los siglos, de los continentes y de las familias.
Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos la tasa de empleo de mujeres es extremadamente baja ya que es del 45.1 %, lo que representa la cantidad de 14.3 puntos porcentuales menor que el promedio de los países integrantes de la citada organización
Según la OCDE, las mujeres mexicanas representan el 5% de las juntas directivas en tratándose del sector privado, y aquellas que se encuentran en el autoempleo, ganan 47% menos que los varones
Recientemente el INEGI reveló que, de cada 10 puestos de toma de decisiones, 7 escaños lo ocupan los varones y sólo 3 son detentados por mujeres.
No omito mencionar los abominables por discriminatorias exigencias que algunos empleadores establecen a sus solicitantes como: que sean jóvenes, solteras, de buena presentación y sin hijos, entre otras situaciones similares.
Desde los años ochenta, se acuño y difundió el concepto de «techo de cristal», y representa la barrera invisible que cubre el complejo andamiaje del mundo laboral, tradicionalmente ocupado y detentado por varones, así como al conjunto de pautas de comportamiento que culturalmente se espera que la mujer adopte, lo que ha impide que las mujeres progresen laboralmente.
Se dice que el techo es de cristal, asemejándolo con la invisibilidad jurídica de dicho límite, ya que no existen ordenamientos legales que impongan a las mujeres tales limitaciones, más bien, es la cultura la que reiteradamente ha avasallado con tales lineamientos de conducta para la mujer, estigmatizando, en la mayoría de los casos, a aquellas que se han atrevido a quebrantar el cristal del aludido techo, verbigracia, aquellos criterios sociales que tildan como una “ mala madre” aquella que deja a sus hijos para superarse académica o laboralmente ya que la sociedad espera que la mujer realice todas las labores del hogar, las relativas al cuidado y atención de cónyuge y descendientes y si sobra algún tiempo, entonces, que piense en superarse profesionalmente.
Se han obtenido considerables avances en materia de equidad de género, tanto por parte de organizaciones de la sociedad civil, así como, por parte de los tres ámbitos de gobierno, sin embargo, la familia primordialmente, debe colocar especial cuidado en forjar a sus hijas, un destino libre de barreras, aunque estas sean aparentemente frágiles como lo es el cristal, existen, coartan y obstaculizan que ellas desarrollen todo su potencial.
Ahora bien, tratándose de los niños, inculcarles conductas impregnadas de perspectiva de género y con ello extraerlos de la vorágine de cultura machista y misógina que comúnmente se hace presente en los hogares mexicanos.
ESCALAS
- Feliz año nuevo a todos los lectores. Sus comentarios y opiniones nutren este espacio y siguen siendo bienvenidos en mi correo: fabiola@plandevuelo.mx
- Gracias a la gran familia de El Heraldo de Chihuahua, en especial a su director, Javier Contreras Orozco por permitirnos seguir en las históricas páginas de este gran rotativo.