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Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Javier Corral Jurado, precandidato ungido por el dedazo que tanto ha criticado y gritado que es perjudicial para la “democracia” de su partido (el PAN), resulta ser siempre beneficiado del famoso ejercicio del dedo elector.

 

Corral no es un hombre de tierra, no gana elecciones. Es un hombre académico y por ende de método. Corral tendrá muchos defectos pero es un hombre que se ha válido de la utilización de métodos para ser el chapulín político más profesional en la historia de Chihuahua.

 

El eterno legislador se puede comparar con las franquicias cinematográficas de Hollywood: utilizan una fórmula, que si resulta exitosa, la van a repetir hasta agotarla.

 

Eso ha hecho Javier Corral. Con método ha logrado permanecer en el poder legislativo desde 1997 con una pausa entre 2006 y 2009, en la cual sólo volvía a Chihuahua para fundar el capitulo local de su Asociación Mexicana de Derecho a la Información.

 

De esos 19 años en los que ha vivido en la Gran Tenoch, 16 ha vivido a costa de nuestros impuestos, esos que falsamente dice defender, pero que a la hora de gastarlos en restaurantes de mega lujo, esa defensa se le olvida.

 

Sí, es un tribuno de los mejores que tiene el PAN. Pero también es un tipo que se pierde en su egoísmo, se ahoga en sus odios, mismos que busca contagiar. Si repeles el contagio, eres malo, muy malo y no mereces su perdón.

 

Corral no es racional. No sabe dialogar. Para él, no hay mejor diálogo que el monólogo que hace frente al espejo. Adora verse y oírse hablar por horas. Está tan enamorado de sí mismo, que cualquier voz que no sea la propia, le es totalmente desagradable.

 

Es tan intolerante pero pregona lo contrario. Véalo debatir en twitter y verá que si es cuestionado severamente, bloquea a los usuarios. Y eso que él dice ser el “rey de la tolerancia”.

 

Es un político forjado en las etapas de la férrea oposición al PRI, añorando permanentemente las protestas del verano caliente de hace casi 30 años y fanático de la violencia, las marchas y los desplegados como medio de presión política, al estilo de la izquierda de mediados del siglo pasado.

 

Su fascinación pública por la izquierda lo ha hecho estudiar modelos de comunicación y propaganda de guerrilla. Para Javier Corral no hay mejor cosa que el conflicto. Es un amante de generar conflictos permanentes, tal como la izquierda radical mexicana que idolatra al Peje.

 

Así, Javier Corral Jurado, ha hecho del conflicto su modus vivendi.

 

Posterior al desastroso gobierno de Francisco Barrio, Corral empezó su aventura con la Ciudad de México y allá echó raíces, gracias a sus habilidosos saltos de una cámara a otra.

 

Pero, en 1991, cuando era candidato a diputado federal por el IV distrito con cabecera en Ciudad Juárez, Corral ya emulaba métodos vistos o enseñados por sus mentores:

 

  1. Erigirse como un hombre con solidez moral casi a la par de Jesucristo.
  2. Creerse el redentor de todos.
  3. Los pecadores, son todos aquellos que piensan distinto a él.
  4. Iniciar una guerra sin cuartel contra sus enemigos.
  5. Calumniar por todas las formas posibles, incluso fabricarlas.

 

Y así en 1991, con el afán de ganar su primera diputación federal se aventó uno de sus primeros trucos publicitarios: Casualmente, al candidato del PAN le llegó un portafolio con un mensaje que decía así, “Licenciado Corral. Aquí tiene estos papeles, son de Nieto. Pártale su madre. Un amigo».

 

Nieto, era nada más y nada menos que Santiago Nieto Sandoval, entonces presidente de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento, a quien Corral le inventó este ardid, con el afán de desprestigiarlo. Algunos documentos, fabricados por Corral, eran falsos, pero realmente Corral y su gente mandaron a robarle el portafolio y su credencial de elector, para poder fabricar esta mentira.

 

Corral no sabe ganar con votos. Le gusta hacerlo con mentiras y sin razonar: cree que por gritar más fuerte, tiene la razón.

 

Y a lo largo de los años, ya posterior a su primer senaduría, ha aplicado el mismo método de inventar historias con elementos reales para calumniar a Patricio Martínez, después a Reyes Baeza y ahora a César Duarte.

 

Pero además se ha peleado con toda la militancia de Chihuahua, quien no lo quiere.

 

Para Corral, pelearse con todos y todas, también es método.

 

Para Corral, no hay mejor método que el eterno conflicto.

 

Y lo comentan, también, quienes lo conocen del medio periodístico de la Ciudad de México, en especial colaboradores del portal La Silla Rota, quienes cuentan que en la pasada cena navideña en un restaurante de postín, Corral se peleó hasta con los meseros y que los comensales ya imploraban que se fuera por su petulancia.

 

¿Qué ha hecho Corral por Chihuahua?

 

Nada. Sólo servirse de su credencial de elector radicada aquí, para usarla para obtener curules en la mesa porque en las urnas siempre pierde.

Ese es el método Corral. Muy desgastado en credibilidad al igual que él.

 

ULTIMALETRA

Saludo con mucho afecto a un asiduo lector oriundo de Ojinaga: Profesor Diógenes Bustamante Vela, a quien agradezco su consejo y comentarios.

luisruben@plandevuelo.mx

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