Ya los esperaba. Había llegado ese día por la mañana. Recorría las inmediaciones de la Laguna del Carpintero con su común infestación de lagartos, cuya presencia era alertada por viejos señalamientos. Tampico vivía efervescencia política pues se aproximaba la elección intermedia donde se renovarían las alcaldías y el congreso local.
Aquel día se daría un paso importante para la campaña: llegaban a proponer un plan para organizar la campaña en los rubros de activismo y electoral. El PRI, a pesar de contar con un alcalde muy popular quien ejercía un segundo mandato, estaba a la baja frente a un retador y popular candidato panista.
Las encuestas daban un panorama poco esperanzador para el PRI. Había que trabajar las estrategias publicitarias y de imagen del candidato. En eso trabajamos desde hace semanas. Había que reforzar las áreas mencionadas líneas arriba y las pugnas internas, las debilitaban cada día.
Justo dos semanas antes de aquel día en mención, aún en julio de 2007, Alberto me pidió que hiciera una llamada, desde nuestra oficina en el DF: “habla con Salasplata a Chihuahua. Dile que requerimos su urgente ayuda en Tampico”.
Sólo unos meses atrás, Felipe Salasplata se había responsabilizado de la operación electoral de la precampaña de Carlos Carrera Robles por la alcaldía, en la cual, no fueron precisamente los votos los que definieron al ganador, que la postre resultó ser un mal candidato que no pudo vencer a Carlos Borruel.
Tras esa operación electoral, Salasplata se había ganado el respeto y amistad de Alberto, quien a la postre me invitó a trabajar con él en la consultora de comunicación política que asesoró a Carrera Robles en aquel entonces.
Sin conocer mucho a Felipe Salasplata, recuerdo haberle llamado y en una larga conversación, ambos le expusimos la situación del candidato priísta a la alcaldía tampiqueña.
Sin pensarlo mucho, Salasplata inmediatamente aceptó. Los primeros días de agosto estaría en Tampico para presentar un plan de campaña. Armó a un equipo de sus más leales colaboradores y por tierra hicieron la travesía hasta Tamaulipas.
El 4 de agosto presentó a su equipo y su plan para reorganizar la estructura electoral de la campaña tricolor. El entonces candidato quedó bastante impresionado y habiendo escuchado presupuestos y estrategias, les pidió que no se regresarán; que de inmediato comenzarán a trabajar. De seis que llegaron a Tampico, sólo dos regresaron a Chihuahua. El resto se puso a trabajar de inmediatamente y organizamos logística para hacerles llegar ropa y demás pertenencias. La elección era en noviembre.
Don Felipe fue y vino un montón de veces a supervisar a sus muchachos. Nuestra campaña de imagen funcionaba a la perfección y las organización de la campaña tomaba un nuevo ánimo y rumbo.
Llegó el día de la elección. Las brisas de noviembre golpeaban la cantera rosa del famoso kiosco del centro tampiqueño. La gente de Paco Abundis estaba desde temprano lista para las encuestas a boca de urna. Nosotros simplemente esperábamos que la gente fuera a votar. Salasplata y su gente estaban en el búnker, operando junto con la gerencia de la campaña.
En la madrugada, el resultado fue claro: el PRI ganaba por 10% la alcaldía tampiqueña, cuando ésta estuvo en riesgo de perderse meses atrás por hasta 15%.
Ahí conocí a Don Felipe Salasplata quien confió en solamente en mi palabra, sin conocerme del todo y aceptó hacer equipo en aquella campaña. Ahí comenzamos a construir una amistad que perduró hasta el pasado 25 de octubre de 2014.
De Tampico en 2007, nos tocó andar juntos en la elección de Acapulco en 2008; Salasplata fue convocado por Chela Ortiz quien era secretaria de elecciones del CEN del PRI y un servidor convocador por el candidato del PRI. Nos tocó hacer equipo dentro de una maquinaria gigantesca que operó para hacer ganar a Manuel Añorve. Otro éxito a su lista.
En 2009, en Casa Hevia de Polanco, formalizábamos un trato más: Un distrito federal de Xalapa, donde el candidato quería arrasar. Su estrategia de imagen y la investigación me tocó a mi; a Don Felipe y su equipo, el activismo y estructura electoral. Otra vez más, hicimos equipo y el resultado fue exitoso.
En el intenso trajín de los aviones y las campañas, es que Don Felipe y yo consolidamos una amistad.
El PRI pierde a un gran estratega. Una mente en verdad brillante, un real animal político; uno de los últimos de su especie: político hecho en la verdadera lucha social, enamorado de la política y un hombre tremendamente culto. El PRI debe lamentar esa pérdida.
Pero para mi, es la pérdida de un gran amigo. Un hombre siempre jovial a quien los años nunca le pesaron: los disfrutaba como un adolescente. Nos fundimos en una complicidad donde pasaron muchos platos de paella, botellas de vino, sotol, cervezas y millones de ideas, pensamientos y consejos.
Se que no era monedita de oro, nadie lo es. Simplemente para mi, es una gigantesca pérdida: la de un gran amigo.
Don Felipe Salasplata murió el pasado sábado, justo el día que celebramos su cumpleaños. Se nos adelantó justo el día que íbamos a celebrar, en su rincón español favorito donde tantas tertulias organizamos.
Descanse en paz, Don Felipe. Sus amigos lo vamos a extrañar mucho. Pronto lo veremos en el Eterno Oriente.
ULTIMALETRA
A su nieto Rogelio, sus hijas, hijos, esposa y demás seres queridos, les deseo pronta resignación y mi total solidaridad.