En Plan de Vuelo

Un grave problema al cual nos enfrentamos en esta cisrcunstancia en la que vivimos es que, con el auge de las redes sociales, cualquier persona puede “crear su noticia” y tiene su propio canal para difundirlas. Los propósitos son muchos, pero se reducen a dos caminos: perjudicar o beneficiar a alguien o algo.
La novedad, hoy en día, es la velocidad con las que las noticias falsas se difunden, incluso más rápido que la velocidad de la luz. El chisme, que corre de boca en boca, era la velocidad más rápida conocida por la humanidad para difundir información; hoy las redes sociales han superado ese límite.
Nunca como ahora, la puesta en circulación de “noticias” que no han sido elaboradas a partir del mínimo rigor que demandan las reglas del periodismo se ha convertido en un tema al cual debemos voltear a ver con preocupación y sobre el cual deberíamos formularnos algunas preguntas.
La primera de ellas es si todos somos corresponsables de la construcción de la realidad y, por ende, se encuentra en nuestras manos la posibilidad de impedir, a quienes fabrican noticias falsas, el utilizarnos para la conquista de sus intereses particulares o facciosos.
La segunda es si estamos obligados a hacer algo respecto de la proliferación de informaciones que sólo buscan enturbiar el ambiente con datos que, debido a su falsedad, tendrían que ser condenados sin contemplaciones al olvido.
En ambos casos la respuesta a las interrogantes resulta susceptible de construirse con elementos del sentido común: si los intereses detrás de las noticias falsas son adversos al interés colectivo, tendríamos que hacer algo para evitar que se salgan con la suya.
Resulta difícil encontrar argumentos a favor de las noticias falsas. Quienes las construyen y propagan difícilmente pueden ser caracterizados como individuos preocupados por la construcción de una sociedad democrática en la que todos tengamos igualdad de oportunidades y la riqueza colectiva se distribuya de forma menos desigual.
No existe un modelo de sociedad que tienda hacia el ideal antes descrito que haya sido construido con base en la mentira. Por esa sola razón, quienes formamos parte de comunidades que aspiran a la democracia no podemos sino declararnos en pie de lucha contra las noticias falsas.
Es una materia en la que se debe legislar con un amplio debate, no al vapor. Necesitamos controles legales y también educarnos mejor en el análisis de la información que tenemos a nuestro alcance con un click.
ESCALAS
- Las noticias falsas pueden tener consecuencias legales terribles para instituciones, empresas y personajes públicos. Hay que entararle a la batalla.
- Gracias por sus comentarios a mi correo:fabiola@plandevuelo.mx