.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.
Dice la premisa fundamental de la comunicación gubernamental: Gobernar, hacer y luego comunicar. Esta última es la función de lo más relevante y que la mayoría de los funcionarios desdeñan. Esa tríada es equilibrio. No se puede gobernar, sin hacer y menos, comunicar sin las dos primeras.
El problema viene cuando tenemos funcionarios que se creen expertos en todo. Lo mismo, en la implementación de políticas públicas en materia indigenista como gurús del transporte y luego de vialidad. Pero, no sólo eso, además, en comunicación política y psicología inversa.
Caso, de todos conocido, de Jaime Enríquez, director de vialidad de la Fiscalía General del Estado.
¡Todo un perfilazo!
Sin embargo, ahora en su incursión a esta última función que desempeña, ha sido por demás desastrosa por su extraordinario talento para comunicar.
¿Son las fotomultas malas? No.
Quién las condenó a la mala percepción de la opinión pública, fue nada menos que el mismísimo Jaime Enríquez.
Erróneamente fue él mismo quien presentó la incorporación a la ley de este mecanismo infraccionador, en un afán de protagonismo político, pasándose por el arco del triunfo al Consejo Consultivo de Vialidad, organismo que él debería ser el primero en respetar y es el primero en ningunearlo.
Y luego se quejan de la poca credibilidad de ese consejo, que tiene fama de ser solamente un buen pretexto para juntarse mensualmente a desayunar.
Si Jaime, se dejara ayudar por sus asesores o hubiera recurrido a ayuda de quienes sí saben comunicar, hubiera empezado por ahí: la presentación de las fotomultas tendría que haberse hecho por el Consejo Consultivo de Vialidad como respuesta de una demanda ciudadana. Dejando fuera al mismo Enríquez y a los diputados del protagonismo.
Pero además, presentando una narrativa en el tono adecuado: las fotomultas son un mecanismo para resolver un grave problema de seguridad en las calles, para proteger cada vez más a las familias, reduciendo accidentes. En pocas palabras, para hacer más seguras las vialidades de la capital.
Haberlo hecho vía el Consejo, con una narrativa así, le hubiera dado dignidad al mismo y a la medida.
Se prefirió el camino del protagonismo y la politización de las fotomultas.
El director de vialidad, célebre por sus sesudas prácticas de psicología inversa, decidió centrar el discurso en lo recaudatorio, donde más le duele a la raza. Es decir, el lado más antipopular de la medida.
Por querer verse muy empoderado, honesto y transparente, centró su discurso en el dinero y no en las personas, tal y como lo hace constar la nota publicada en este medio el 7 de septiembre del año en curso, donde reitera el costo de 956 pesos de la infracción y que, en el primer día, aplicó 3 mil 232 infracciones con sus amenazantes cámaras.
Sólo le llevó al reportero hacer la multiplicación para enfatizar lo que le importaba a Enríquez difundir con toda la insensibilidad que lo caracteriza: cuánto dinero ganará el gobierno por la medida.
¿O quizás era una de sus afamadas técnicas de psicología inversa?
Y en esa misma nota, con petulancia, presume, que los conductores no sabrán la ubicación de las cámaras. Generando la percepción de mofa hacia la ciudadanía y de engaño hacia ella.
Súmele que además, otro punto en el que centró su discurso, además del recaudatorio, fue en presumir lo moderno de las cámaras y demás tecnología para cazar a los infractores, olvidándose de la sensibilidad de nueva cuenta: puso en primer plano el dinero, luego a las máquinas y se olvidó de las personas, esas a las que multa.
Quien monetizó el tema, fue Jaime Enríquez. Quien politizó el tema, fue sólo él, los diputados, oportunistas, aprovecharon para batear esa bola que no batearon cuando la votaron por unanimidad.
Quien cosificó el debate fue también él. Quien quiso ser redentor y salió crucificado, fue sólo él.
Entonces, cuando una medida buena pero impopular desde origen, porque a los mexicanos nunca nos ha gustado seguir las reglas y mucho menos pagar por romperlas; el discurso tenía que ser más humano y sensible para lograr vencer la resistencia natural a la medida.
Pero ya vimos que la dirección de vialidad anda jugando por la libre, en materia de comunicar: sin rumbo y sin más estrategia que la ocurrencia de la psicología inversa, quien sufre su segundo revés como política pública estrella de la dirección de vialidad.
ULITMALETRA
José Luis Jáquez Balderrama es un periodista serio, crítico, responsable y sensible, además de un experto en el periodismo de datos. Lo felicito por su nueva diablura: la presentación de su nuevo libro el pasado viernes. ¡Enhorabuena, Jáquez!
Twitter: @fruslero