
Al hablar de los “héroes” de los Juegos Olímpicos, de manera inmediata nos viene a la mente el podio de los ganadores, donde aquellos atletas que después de tanto esfuerzo, dedicación, y sacrificio logran su cometido. Vestir alrededor de su cuello la tan anhelada presea, escuchar el himno de la nación a la cual representan, estar en la cima de la especialidad de la disciplina que llevan a cabo, estar presente en las páginas de la historia. Eso haría a un héroe.
Sin embargo, no todos los “héroes” llegaron a conocer el peso de una medalla alrededor de su cuello, incluso su desempeño no llega a estar contemplado en los libros de récords. No son ídolos en su disciplina, ni tomaron a su disciplina como opción para vivir, se podría decir que simplemente el deporte llegó a ellos, no por el talento que puedan poseer, ni por sus cualidades físicas que los hagan excepcionales. Es algo más. Un factor que resulta complicado de concretar en un solo concepto. Algunos lo llamarán “espíritu de competencia”; “instinto de supervivencia”; “espíritu olímpico”, por mencionar algunos.
«Los últimos 15 metros han sido muy difíciles» dijo Eric Moussambani atleta de la disciplina de natación, nacido en Guinea Ecuatorial; una región pequeña ubicada al centro de África, al terminar su prueba de 100 metros libres en 1:52.72 en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, una marca que resultó ser casi duplicada a la de cualquier otro atleta.
Inicialmente quería participar en alguna prueba de atletismo, desafortunadamente para él, el representativo ya estaba completo. Aun así, le enteraron que había una plaza disponible brindada por el Comité Olímpico Internacional en apoyo a deportistas que residían en países en vías de desarrollo. Su ilusión era participar en Juegos Olímpicos, por lo que no tardó en dar una respuesta positiva a pesar de que le quedaban ocho meses de preparación para la justa deportiva.
“Comencé a nadar cuando dejé la escuela. No teníamos una piscina. No teníamos nada, iba a entrenar en la piscina de un hotel privado que era de unos trece metros de longitud, creo”
“Entrené por mi cuenta, y no tenía ninguna experiencia en natación. La piscina estaba disponible de 5 a.m. a 6 p.m. y solamente tenía la posibilidad de entrenar tres veces a la semana. Aunque también solía ir a nadar en ríos y en el mar. Los pescadores me dirían como usar mis piernas y como nadar. No había nada profesional en ello, para nada. “
A sus 22 años se emprendió su camino hacia Sidney, siendo la primera vez que salía de su tierra natal, hacia un país del cual nunca había escuchado, en un viaje que duró tres días con una serie de complicaciones. Su sorpresa y miedo fueron claros al llegar a la Villa Olímpica en Homebush Bay, al ver por primera vez una piscina de 50 metros. Tuvo la oportunidad de entrenar con el equipo representativo de los Estados Unidos, donde intentó asimilar la técnica que ellos utilizaban. También recibió asistencia de un entrenador proveniente de Sudáfrica, el mismo que al darse que cuenta de que sí contaba con habilidades para la natación le obsequió un bañador y anteojos especiales para esta disciplina.
Los reflectores giraron hacia él cuando el 19 de Septiembre del año 2000, nadó completamente solo la prueba de 100 metros, esto debido a que Karin Bare de Nigeria y Farkod Oripov de Tayikistán fueron eliminados por un inicio en falso.
“Nadé los primeros 50 metros muy bien. Concentré toda mi energía en decirme a mí mismo que siguiera y que llegara hasta el final. Sabía que todo el mundo me estaba observando: mi familia, mi país, mi madre, mi hermana y amigos. Por eso no me dejaba de repetir que tenía que continuar. Que tenía que terminar, aunque estuviera solo en la piscina. No estaba preocupado por el tiempo. Todo lo que quería era terminar”.
Comenzaba la segunda vuelta, y el cuerpo de Moussambani cobró factura por el gasto de energía. Sus piernas se debilitaron y daba la impresión de que su nado no lo llevaba a ningún lado.
“Fue en ese momento cuando comencé a escuchar a la multitud gritando, alentándome a que siguiera. Me dio la fuerza para terminar, y cuando toqué el muro, me dije: Oh, lo he logrado”.
“Fui el primer nadador de mi país en completar una prueba de 100 metros de estilo libre en una competencia internacional. Estaba tan feliz con ese logro, incluso si mi tiempo de 1:52 no fue muy bueno. El espíritu olímpico se trata de tomar parte, y creo que esa fuerza y espíritu es lo que me hizo famoso”.
Tras recibir las ovaciones del público australiano, el empuje de los medios hacia su historia llevó a la necesidad del público de conocer más de este desconocido atleta.
“Repentinamente me veía en todas las estaciones de televisión, CNN y el resto. También di muchas entrevistas y todo eso cambio mi vida totalmente”.
El impacto que tuvo Eric Moussambani fue tan significativo, que su autógrafo fue el más solicitado en la Villa Olímpica.
Aunque su solitaria carrera en Sidney 2000 sería su primera y última participación en Juegos Olímpicos, Moussambani estableció un récord nacional en 100 metros estilo libre de 57 segundos. Gracias a su esfuerzo Guinea Ecuatorial cuenta ahora con dos piscinas de 50 metros, mientras él se convirtió en el entrenador del equipo nacional de natación.
“Intento promover la natación en mi país. Intento ayudar a los jóvenes que se quieren convertir en buenos nadadores. Quiero alentarlos a nadar y que comiencen a involucrarse en el deporte”.
Eric Moussambani no logró clasificar al equipo de natación de Guinea Ecuatorial a “Rio 2016”.
El 19 de Septiembre del año 2000 Eric Moussambani nos recordó de qué se trata el espíritu olímpico.