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Por Fabiola Lara García
Por Fabiola Lara García

Sin afán de continuar con la polémica acerca de la celebración del famoso 31 de octubre, atrajo peculiarmente mi atención una nota, en días pasados, sobre un pequeño no mayor a 3 años de edad, al cual sus progenitores tuvieron a bien disfrazarlo de Pablo Escobar, para los festejos del Halloween. Recordando que Escobar mas que el sultán de la coca, fue creador del narcoterrorismo, el cual cobró la vida de miles de inocentes.

No es que este concepto me escandalice, ya que también salieron a la venta mascaras de El Chapo Guzmán y otros personajes del crimen.

 

Así mismo, podemos percatarnos como la nula comprensión del sufrimiento humano y animal se hacen presentes, ejemplo de ello es el disfraz del dentista cazador del leon Cecil en Zimbabwe; el cual incluía una cabeza de león de felpa, una bata de dentista y guates de cirugía con salpicaduras simulando sangre. Otras vestiduras «típicas» expendidas por comercios principalmente de EUA son las de  soldado israelí con metralleta en mano y de un árabe completo con kuffiya (pañuelo tradicional) y nariz prostética encorvada.
Lo que si me aterroriza es la mentalidad en torno a que el disfraz sea solo por diversión; la perdida de la sensibilidad, la empatía y la solidaridad como seres humanos, soslayando  la mofa de la caza de este león africano, vamos mas allá:  el hecho de consentir y peor aún, fomentar estos disfraces de personajes violentos en infantes.

 

Lo que comienza como una simple broma puede convertirse en tragedia. Y para sustento de mi humilde afirmación, tenemos las masacres perpetradas por jóvenes e incluso niños quienes sus padres nunca pusieron atención a las conductas y diversiones de sus hijos; nunca se percataron que jugaban a las «pistolitas» y cuando se dieron cuenta fue cuando ya cargaban uno o varios homicidios.

Por ello hago un llamado a los padres de familia y todas aquellas personas contribuyen de alguna manera a la formación  de menores, a que presten escrupulosa atención a los juegos, comentarios y bromitas de los pequeños y mas aún, evitar fomentar ni aunque sea de mero cotorreo, ningún tipo de juego que implique violencia; que ya bastante tienen con lo que ven en el televisor y en las tablets.

 

Entonces desconozco qué sea peor, el clásico disfraz de bruja o el de asesino serial. Aunque al parecer el gorro negro y la piel verde ya están obsoletos, lo de hoy son los cuernos de chivo y la sangre.

 

¿No está de acuerdo conmigo? El debate siempre es bueno. Escríbame a: fabiola@plandevuelo.mx

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