EN PLAN DE VUELO
En la reforma electoral del año 2012, se aprobó la figura del candidato independiente, no obstante, fue hasta el año de 2014 cuando se acordaron las normas que permitieron a los ciudadanos que aspiraban a una candidatura, pero que no contaban con el respaldo de un partido político.
Haciendo la acotación que si bien es cierto algunos de nuestros independientes les producen ampollas que los califiquen como “políticos” y prefieren que les digan “ciudadanos”, como si aquellos quienes portan el estandarte de algún partido político tuvieran la categoría de marciano o venusino.
Fíjese que, según el artículo 34 de nuestra Carta Magna, no se establece que el hecho de ser político, como requisito para acceder a la ciudadanía. Por lo tanto y enfádele a quien le enfade, ciudadanos son tanto los candidatos independientes, como los abanderados de los partidos políticos y el hecho de ser político no te quita lo ciudadano.
Empero, andar de “alborota pueblos” y traicionar al grupo que te apoyó, eso sí estimo, no es ni de ciudadanos ni de políticos. Lo digo por los aquellos que decidieron mandar al traste el camino andado y sumarse gustosos a otros proyectos.
Dichas reformas político electorales, permitieron el registro de más de 500 aspirantes a candidatos independientes: entre diputados federales, locales, gobernadores y presidencias municipales.
Y hago especial énfasis en que también esta fue una reforma política. Por virtud de la cual candidatos como José Luis Barraza y Luis Enrique Terrazas, actualmente contienden para la gubernatura y la alcaldía respectivamente. Y lo recalco, ya que ellos han sido bastante enérgicos en exponer que la palabra política no existe en su vocabulario, menos en su torrente sanguíneo.
Esta figura legal cristalizada en el denominado “candidato ciudadano” erróneamente nombrada a mi humilde juicio, por lo ya expuesto en los párrafos que anteceden; ya que todos los candidatos que se lancen sin partido o con el, por mandato constitucional deben ser ciudadanos, por lo tanto, los candidatos de los partidos políticos no dejan de ser ciudadanos. Reitero, para evitar confusiones, que de por sí bastante embrollo es la legislación electorera actual.
Sin embargo, tal parece que el motivo por el que los independientes han despreciado a mas no poder el adjetivo de político, obedece a que actualmente la mayoría de la gente detesta a los políticos y hablan en demasía pestes y vituperios de ellos.
Pero yo sí quiero a los políticos. A aquellos que, aunque toda la gente los juzga de ineptos y corruptos, siguen trabajando con fe y pasión en sus labores cotidianas (que son la mayoría) y no me refiero solamente a aquellos que en la actualmente buscan el voto, sino también a quienes sin andar precisamente en campaña llevan la concepción de la política como una forma de lograr el bien en sus arterias.
Motivo por el que en la trinchera que se encuentren día con día buscan dar lo mejor de sí mismos en sus labores y apoyar aunque sea con un mísero grano de arena en facilitarle los trámites, las gestiones y la vida a la gente, sea o no sea parte de sus funciones. Esos que persiguen dar el extra, sin andar chillando por su bajo sueldo o por su jefe o haciendo diversos berrinches de todos los calibres, incluyendo el morder que digo morder, embuchacar la mano que un día les dio para bien vivir.
Sin embargo, a los holgazanes a esos no los quiero, por mediocres y pelmazos y no hace falta ser político para ser corrupto y/o haragán ni a la inversa.
ESCALAS
- Por fin se acabarán las campañas. Guarde las promesas para recordárselas a los que ganen y exigir su puntual cumplimiento.
- Votar es un deber cívico, no deje de hacerlo. No sea igual de apático que los demás. Su voto sí cuenta y hace la diferencia.
- De aquí al 5 de junio, tristemente, arreciará la guerra sucia, donde salimos perdiendo todos.
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