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Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Amo la tauromaquia. La encuentro colorida, fascinante, elegante. Es una celebración a la vida. Hay ignorantes que califican a quienes nos gusta la fiesta brava como crueles porque disfrutamos la muerte pública de un animal.

 

No hay nada más falso.

 

Su desconocimiento de la fiesta y radicalización de postura, los hace que no crean que nosotros los aficionados, no disfrutamos la muerte de ningún animal y no aceptan la sinceridad de nuestros argumentos y sólo recibimos insultos y descalificaciones. Los anti taurinos buscan imponer, a como de lugar, su postura, en contraste con el respeto que nosotros tenemos a su punto de vista.

 

El anti taurino se radicaliza y ahí se pierde la posibilidad del diálogo.

 

Somos la minoría más perseguida y condenada en México y el mundo. Pareciera que no tenemos derecho a nada.

 

En la Organización de las Naciones Unidas hay dos posturas respecto a los toros: protegerla como patrimonio cultural (esto es en la UNESCO) y la que insiste en prohibirlas desde su origen, evitando que niños y adolescentes participen (en la UNICEF).

 

En los últimos días, el ala radical antit aurina de la ONU difundió un pronunciamiento de la Fundación Franz Weber sobre la existencia de festejos taurinos en donde niñas, niños y adolescentes participan como espectadores, lo cual los expone a la violencia que supone dicho fenómeno.

En un informe de esa fundación consigna la existencia de múltiples escuelas de tauromaquia a lo largo del territorio mexicano donde preparan a los infantes para llegar a ser toreros.

En este contexto, dicho informe señala que México debe “adoptar las medidas necesarias para garantizar la prohibición de la participación infantil en escuelas taurinas y corridas de toros por estar consideradas como una de las peores formas de trabajo infantil, así como tomar las medidas necesarias para protegerlos, en su calidad de espectadores y aumentar la conciencia de la violencia física y mental asociada con la tauromaquia y el impacto que genera en los niños”.

Dice el famoso filósofo francés Francis Wolff que la sensibilidad no es un argumento y sin embargo es la razón más fuerte que se puede oponer contra las corridas de toros.

 

Y plantea el caso de la pesca. Él como aficionado no soporta el espectáculo del pez atrapado en el anzuelo de la caña , lo que es una cuestión de sensibilidad. Sin embargo no hace campaña para obligar a su prohibición, en detrimiento de quienes disfrutan este deporte; aunque los peces en la pesca sufren mucho más que los astados, está comprobado.

 

Pero, agrega el filósofo francés, “una cosa es extraer las consecuencias personales de la propia sensibilidad  (por eso, yo no voy de pesca) y otra muy distinta es hacer de dicha sensibilidad un estándar absoluto y considerar sus propias convicciones como el criterio de verdad. Ésa es la definición de la intolerancia. Cada cual es libre de convertirse al vegetarianismo, o incluso a la vida “vegana”: nadie prohíbe a nadie abrazar ese modo de vida y las creencias que lo acompañan. Pero otra cosa es querer prohibir el consumo de carne y de pescado, incluso de leche, de lana, de cuero, de miel y de todo lo que proviene de la explotación de los animales. De igual manera una cosa es prohibirse a sí mismo ir a las plazas de toros y otra muy distinta es ¡querer prohibir el acceso a los demás!”

 

Y como está más que probado, la actual diputación federal del Partido Verde, quiere aprovechar esta radical posición difundida por la ONU para atacar a la fiesta brava desde su origen y amenaza con legislar para prohibir que los niños entren a las plazas de toros e incluso para prohibir las escuelas taurinas que forman a las nuevas generaciones de toreros en Jalisco, Hidalgo, Tlaxcala, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y el Distrito Federal.

 

La  diputada que encabeza esta absurda causa es Lourdes López Moreno.

 

La vocación, por lo general, se descubre a muy temprana edad. Es cuando a uno le impacta una profesión y nace una conexión permanente: así lo han expresado los grandes pintores, escritores, poetas, actrices, cineastas, fotógrafos, bomberos, policías y hasta los mismos políticos.

 

Yo asistí a mi primer corrida de toros cuando tenía 15 años de edad. Y sin saber gran cosa de toros, la fiesta me enganchó para siempre por su colorido y estética; eso me animó a investigar sobre la misma, de la cual aprendo cada día y me ha hecho amigo de toreros y grandes aficionados, quienes son mis grandes maestros en el rubro.

 

Así como a mi, conozco a muchos niños a quienes, el haber asistido a una plaza de toros, los enganchó para decidirse por esa profesión como su vocación de vida.

 

La vocación es el primer enamoramiento que uno tiene en la vida.

 

Cientos de niños en nuestro país tienen el sueño y los recursos para inciarse en la instrucción para convertirse en toreros, crueldad es querer truncarles su legítima aspiración y sueño.

 

Combatamos a esta onda prohibicionista que amenaza con extenderse más allá de la fiesta brava.

 

Tuitee conmigo con el hastag #SiAlosNiñosEnLosToros

 

 

ULTIMALETRA

Abrazo con cariño a mi amigo Antonio García “El Chihuahua”, a quien me dará gusto verlo el próximo domingo partir plaza en Ciudad Juárez.

luisruben@plandevuelo.mx

One Reply to “Mi sueño es ser torero… ¿Por qué me lo quieren prohibir? Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez”

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