.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.

Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

 

Es uno de los pintores mexicanos más solicitados en el país y en el mundo entero. Su cita, en esta ocasión, era en el Polifórum Universitario que se ubica en las instalaciones de la rectoría de la UACh, en la capital del estado de Chihuahua. Tuve la oportunidad de entrevistarlo en exclusiva y con toda la calma del mundo y mezcal de Michoacán.

 

Llegó a Chihuahua por tierra. Sin lujos. Adiós al avión, aeropuertos y lujos. De la Ciudad de México llegó unos días antes para supervisar el montaje de la primera exposición que pisa este novel recinto cultural de la UACh.

 

Su sencillez es absoluta. Quizás sea su mayor virtud y eso le permite tener un sentido común extraordinario, como muchos lo han ido perdiendo: “especialmente los políticos”, dice el pintor.

 

“No puedo entender mi desarrollo como artista sin Tlaxcala. Yo nací en el campo, éramos muy pobres. Las tareas del campo me permitieron convivir con la naturaleza, casi casi hasta fusionarme con los animales, a los que amo, vivo y entiendo para poder darles forma y color”, continúa.

 

Teódulo Rómulo en su obra, deja ver la gran influencia que tuvo el gran Rufino Tamayo sobre su vida y obra: “Cuando yo iba a ver las exposiciones de Tamayo en la Zona Rosa (en el D.F.), la verdad, no le encontraba ningún chiste al color y las teorías. Veía y veía los colores y no le entendía por falta de conocimiento, por ignorante.  Pasaron los años, seguí pintando, tratando de expresarme con las formas, con el color y cuando estuve en París, comencé a jugar con los colores. Me divertía jugando con ellos y con toda esa práctica de juego, comencé  a entender los colores”, confiesa con toda la humildad.

 

Y antes de poder continuar con la charla, el maestro me dice: “Tamayo me dio un consejo, me dijo, ‘pinta en tela utiliza pocos colores. No una gran paleta, usa una paleta de colores chica de 4 o 6 colores y con esos tienes para hacer tus combinaciones’, me dijo Tamayo y lo seguí tal cual.”

 

Es un hombre que asombra porque a sus 73 años no pierde la capacidad de asombro: “Hay colores por todos lados, sólo hay que tener el ojo educado para verlos.  Van saliendo y eso lo entendí cuando estuve becado en Francia”, y su fascinación con los impresionistas que llenan las salas de los célebres museos parisinos del Louvre o el D’Orsay fue absoluta porque se salieron de la ortodoxia de la época, rompieron con la forma y  esos “locotes”, como él los llama, comenzaron con la revolución grandiosa del color que lo sigue inspirando a redescubrirse, a reinventase.

 

“Entonces fue cuando me dije, si ellos pudieron hacerla en grande con sus lienzos y trazos, ¿por qué yo no? ¿Qué tienen ellos que no tenga yo?”, afirma con seguridad.

 

Tiene un ojo prodigioso que todo observa y analiza. Su cátedra artística es la observación. Para él, sin observar no se puede pintar: “Hay que observar, la riqueza de la naturaleza es vida. Es una obra grandiosa que  no tiene madre”, dice divertido.

 

“Yo sueño mucho. Y esos sueños busco materializarlos en forma y color. Los toros están en mi obra porque tengo historia con ellos. En mi pueblo hay como 6 ganaderías de toro bravo. En mi niñez, un toro casi me quita la vida cuando me embistió y me ensartó un pitón en el boca del estómago, entonces tengo la suerte de contarlo ahora porque ya mero no la cuento”, narra con intensidad.

 

Dice que quienes pintan no deben de abandonar otras actividades, “por pintar no dejo la política, ni las causas o problemas sociales. Mira, es increíble que los politiquillos, en vez de crear universidades crean partidos. Y es más triste aún la cantidad de impunidad que hay en nuestro México, para esos políticos de Tabasco que parecen pájaros “brincolines”, porque brincan de rama en rama como de partido en partido”, sentencia con firmeza.

 

Su enojo al abordar del tema se siente. Confiesa una gran pena, mucha  vergüenza porque se le invierte  más dinero a los partidos en vez de hacerlo en más universidades. Es un universitario convencido y agradecido. Por eso es feroz en su crítica hacia los maestros de Oaxaca: “Una pena los maestros de Oaxaca que no trabajan, marchan y cobran pero no dan clases. No se vale.”

 

 

Amor por las cosas y por la vida sería el título de la película de su vida y confiesa ser más chihuahuense que nada pero sobre todo un apasionado del color y la forma que lo lleva a traer su obra el Polifórum de la UACh, para que no se lo pierda en este recinto, que desgraciadamente funciona como un ente burocrático: sólo entre semana y en horario de oficina. Ojalá el rector pudiera cambiar esa dinámica para que sean más chihuahuenses los que puedan ver la obra del maestro Teódulo Rómulo.

 

 

ULTIMALETRA

Felicito ampliamente al paisano Liébano Sáenz quien ya está en el Salón de la Fama por su labor como investigador de la opinión pública en nuestro país. ¡Felicidades, paisano!

luisruben@plandevuelo.mx

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *