El justiciero auténtico

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El justiciero auténtico

Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez*

Estamos a unos días de las elecciones en los estados de Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo, Durango y Aguascalientes. En todas esas entidades se renovará el poder ejecutivo y hay quienes aseguran que serán los comicios que significarán los santos óleos para el Partido Revolucionario Institucional.

En textos previos, he abordado algunas de las causas que llevaron al otrora todo poderoso PRI a una debacle inédita de la que, muchos aseguran, que no se levantará jamás. Sin embargo, hay un factor poco analizado sobre la pérdida de confianza de las y los mexicanos hacia lo que fuera el partido único en México: su autenticidad.

¿Qué tan auténtico se percibió al PRI en las décadas medias del siglo XX?

El PRI fue sin duda arrollador y cerrado para mantener el poder a toda costa durante décadas en el gobierno federal y aún hay estados como Hidalgo, en los que desde 1929 no ha gobernado partido distinto al Revolucionario Institucional. En contraste, hay estados como Tlaxcala, que ya han sido gobernados por cuatro partidos distintos.

El PRI parecía haber resistido décadas de ataque a su marca, incluso a pesar de las derrotas del 2000 frente a Vicente Fox y el papelón que hizo Roberto Madrazo en la elección del 2006.

Al PRI se le criticaba todo y se le culpaba de todos los males, derivado del ejercicio monopólico del poder, y nunca se preocupó por la protección de su marca política, imagen y percepción, hasta que fue demasiado tarde.

¿Quién podía herir al PRI mortalmente?

Pues, otro priista de antaño, como lo fue Andrés Manuel López Obrador, quien, no sólo ganó la presidencia de México sino que logró manchar fatalmente la percepción del PRI y derrotarlo moralmente, incluso años antes del 2018.

¿Cuál fue el dardo venenoso?

Una narrativa auténtica.

A pesar de todos los vicios que la opinión pública le otorgó al PRI, su falta de autenticidad lo llevaron a la lona; la cerrazón para escuchar a la gente y entender el ánimo social, fueron aprovechados desde la segunda derrota de López Obrador para construir una narrativa auténtica, acorde al sentir de millones de mexicanos, que se sienten desplazados de los beneficios del sistema y sin oportunidades.

Así, el discurso de AMLO, contenía la irreverencia de lo políticamente incorrecto, que permanecía escondido entre dientes y que lograba la conexión con esos mexicanos olvidados y hartos, esos que dejaron de confiar en el PRI, por su falta de autenticidad y encontraron, en una figura como López Obrador, al justiciero auténtico que pensaba como ellos.

ULTIMALETRA

El quitarse las máscaras y los filtros en las opiniones, en una sociedad tan enojada y polarizada, es un atributo que han aprovechado candidatos como Trump en Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil, así como algunos gobernadores mexicanos.  

lrmaldonado@uach.mx

*Consultor en comunicación política y coordinador de comunicación de la Universidad Autónoma de Chihuahua

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