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Yo no celebro el famoso “día de brujas”, y ello no encuentra su motivo en que sea una costumbre extranjera, si he leído los memes acerca de la navidad y su distante origen en Oaxaca y cosas por el estilo.
No lo festejo y me parece verdaderamente alarmante percatarme como existen familias que disfrazan a sus hijos; se convierten en presas de la mercadotecnia y adquieren artículos decorativos alusivos a tal fecha.
En esta ocasión me permitiré compartirles algunos datos que sinceramente espero sirvan para concientizar a las familias respecto de lo que ellos consideran algo inofensivo, incluso gracioso;
Hace aproximadamente 300 años antes de Cristo, en las islas británicas, donde habitaban los celtas, es donde encontramos el antecedente más remoto de esta fecha; comencemos por lo inofensivo:
- Esta fiesta representaba el momento del año que representaba el final del verano y el inicio del invierno por lo que los antiguos celtas almacenaban provisiones y sacrificaban animales. Así mismo, los antiguos celtas creían que en esta festividad, considerada la noche del dios Samhain. Los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales, abriéndose la puerta del más allá para que los vivos y los muertos pudieran comunicarse, esto es, se podía tener contacto tanto con espíritus benévolos, pero también con entes malignos, por lo que se encendían grandes hogueras para ahuyentar a los malos espíritus, en las que todo el pueblo participaba, dejando las casas a oscuras y frías para que los espíritus no las encontraran agradables para permanecer en ellas. Por eso también se hacían reuniones ruidosas para que no creyeran que iban a encontrar tranquilidad, ciertos rituales que incluían sacrificios humanos.
Como los espíritus malignos, deambulaban por ahí, los habitantes se disfrazaban y tallaban caras espantosas en nabos para ahuyentarlos, y evitar que estos intentaran poseerlos.
En lo que hoy es Irlanda, a estas hogueras se arrojaban los huesos del ganado sacrificado para la festividad, de aquí que en inglés hoguera se diga «bonfire» de «bone» (hueso) y «fire» (fuego).
Sigamos con lo maligno:
- Otras versiones sostienen que en esta fecha, se ofrecían sacrificios en honor del dios Samhain, por lo que iban casa por casa pidiendo alguna ofrenda. Si el dueño de la casa accedía a sus peticiones, ellos se iban tranquilos, pero si se negaban, arrojaban una maldición sobre la casa y algún miembro de la familia moría en ese año. De aquí proviene el famoso “trick-or-treat (truco o trato)
- Según expertos en las áreas del oscurantismo, hay dos noches especiales para la brujería: el 30 de abril y el 31 de octubre. Cristina Kneer de Vidal, practicante del satanismo y el esoterismo por muchos años, confesó luego de convertirse al cristianismo que la fiesta de Halloween es la más importante para los cultos demoníacos, ya que es el inicio del año nuevo del maligno
Espero haber dilucidado el motivo de mi repulsión hacia esta “fiesta”, que para mi, no tiene motivos en su extranjero origen; digamos que Santa Claus tampoco me termina de convencer del todo, pero no me repugna.
Estimo adecuado adoptar costumbres, festejos y demás moditas extranjeras, si estas representan algún provecho o avance cultural; sin embargo, exhorto todos los padres de familia de abstenerse de festejar algo que no tendría si quiera porque mencionarse y explicarles a sus hijos el motivo por el cual las tiendas nos meten las calabazas naranjas hasta por el techo; empero, esto no implica que sea algo bueno o inocente.
Probablemente se piense que no tiene mayor relevancia permitir que nuestros pequeños jueguen a las brujas y se disfracen de fantasmas; no obstante, recordemos que el maligno nunca duerme y esta al asecho de cualquier descuido, por lo que no debemos fomentar ni en un ápice este tipo de “jueguitos” tildados de inofensivos.
Contrario a esto incentivemos a los niños a que este 1 y 2 de noviembre ofrezcan alguna oración, o alguna obra buena por la memoria de aquellos seres queridos que ya no se encuentran con nosotros.
¿No está de acuerdo conmigo? Escríbame a: Fabiola@plandevuelo.mx