
La construcción de la memoria histórica es un elemento primordial para la legitimización de discursos relacionados con el poder. México cimenta su aparato político gubernamental en el discurso histórico de la Revolución Mexicana, concretamente en sus caudillos y promotores de la democracia.
El aparato de partidos, principalmente el PRI (Partido Revolucionario Institucional), encarnan entre sus principios los anhelos de igualdad social y democracia que se enunciaron por el pueblo mexicano hace 104 años. Durante todo el siglo XX el estado mexicano formó y fortaleció instituciones que tuvieran una base social para darle coherencia a la acción gubernamental, así, por enunciar solo algunos ejemplos nace la Secretaria de Educación Publica, Petróleos Mexicanos o el Seguro Social.
En la realidad actual el estado con sus tres poderes, deben de repetir y mantener vivo un discurso muy visto y bastante gastado para la realidad actual. Se organizan desfiles revolucionarios, platicas de personajes que mas que hacer historia son los encargados de repetir y reproducir la valentía y arrojo de caudillos como Francisco Villa y Emiliano Zapata, por supuesto sin llegar a realizar una critica concienzuda y real de los acontecimientos políticos e históricos que muestra un movimiento armado como el iniciado en 1910; de lo que se tratan los 20 de noviembre es de recordar que hace mas de un siglo el pueblo mexicano se levantó contra un sistema político y económico, el cual es tachado de opresor y anti democrático; todo esto adornado con el folklor que significa este ritual, en donde la nación se detiene un momento y traemos al siglo XXI a jinetes, adelitas y caballos, muchos caballos.
Todo esto no es nada nuevo, se practica desde hace décadas pero es justo en este 2014, como en otros momentos de la historia reciente de México, cuando el discurso histórico patriótico choca con la realidad convulsa de nuestro país. Algunos historiadores han sostenido que la Revolución Mexicana es un movimiento inacabado y si se hace un recuento de los hechos esto es una realidad, los caudillos revolucionarios fueron usados y asesinados por esos que si tenían una ambición de la silla presidencial. si bien ya en la postrevolución existieron gobiernos que atendieron las demandas sociales como el del presidente Cárdenas, la gran mayoría tuvieron y tienen que alinearse a las necesidades del sistema económico el cual no tiene que nada tiene que ver con las verdaderas necesidades del pueblo mexicano actual, el cual en su gran mayoría pertenece a una clase trabajadora que no solo en México, sino en el mundo es oprimida y pisoteada por el modo de producción capitalista.
La problemática se agudiza a partir de los años 70, las políticas neoliberales en las que el libre cambio y la acción de poderes transnacionales saltan las antiguas soberanías nacionales y hacen que los discursos patrióticos del siglo XIX y XX palidezcan. Ya no es posible, por parte del gobierno seguir en el discurso del reparto agrario en medio de un sistema que te exige que se debe de producir, y dicha producción debe de ser a gran escala, lo que deja fuera de la competencia a miles de campesinos en nuestro país. No es posible entablar una política de justicia laboral para los obreros en un ambiente de empresas extranjeras y nacionales que lo que necesitan – y exigen- es mano de obra barata y mal pagada. Así nuestros gobiernos, de cualquier partido político, no han hecho mas que facilitar las cosas, educan al mexicano para ser es obrero calificado para lo que la transnacional quiere; crean y facilitan la implementación de empleos, pero mal pagados y eventuales; y por ultimo, se esperan con ahínco a mantener una economía que a todas vistas genera bienestar pero solo a la clase acomodada.
Bajo este panorama, las mas recientes celebraciones de la Revolución poco tienen de festivo, fuera del desfile del 20 de noviembre, donde se pueden comer chapeteadas y algodones de dulce o de la conferencia patriotera del cronista en la que se desgarra las vestiduras al hablar de Villa, no se ve mucho entusiasmo y optimismo para el presente y futuro. Hoy el estado mexicano tiene retos mas importantes, si bien las historias patrias se pueden adecuar a las condiciones actuales, el discurso en su conjunto esta gastado, manoseado y obsoleto. No me refiero a que se le quite lo heroico y social a la Revolución, sino que como herramienta de control y legitimización ya no esta actuando como en antaño, hoy las autoridades tienen que ver como alinear la realidad antes descrita a su discurso, es evidente que negando la existencia de la inconformidad no van a llegar a ningún lado, es claro que el aparato político debe y tiene que dialogar con las bases sociales, olvidarse que tiene compromisos de índole económica y resolver las demandas de justicia y oportunidades que busca el pueblo mexicano. No es un reto solo del gobierno, es un reto para el mismo sistema neoliberal quien es el que esta imponiendo las condiciones de abuso a una gran parte de la humanidad y que hoy, se enfrenta a la voz de protesta social que busca condiciones de igualdad y justicia no solo en México sino en muchas regiones del globo.
Hoy se esta creando una nueva lucha y se esta creando una nueva historia ya que vivimos una realidad en la que la historia nos esta alcanzando y cobrando factura, en la que los gobiernos del mundo están en una profunda crisis, así que depende de los grandes poderes vislumbrar cual será la respuesta para las grandes mayorías: el colapso o el cambio de paradigma, cual sea la respuesta es urgente.