
Llego a nosotros el murmullo tenue y apenas perceptible, ahogado en la estridencia de lo moderno, de la historia de Don Alberto Vargas y con toda seguridad podría afirmar que hasta estos días, muy poca gente en su propia tierra lo conocíamos o sabíamos de su labor y legado.
Sera porque el pueblo Pima ocupa las tierras mas escarpadas de la sierra, un territorio en lo más profundo de las montañas y sumido desde cientos de años en el olvido,será porque según su historia es un pueblo que ha resistido a los grupos vecinos, españoles y apaches, federales, porfiristas y terratenientes, porque han resistido y aceptado procesos de evangelización, porque han vivido y sufrido la minería desdesus entrañas, resistidolos cultivos ilícitos y la violencia que acarrea, así como la explotación forestal para beneficio de un puñado de familias. Su territorio fue escenario de uno de los episodios más lacerantes de la guerrilla en México, pero sobre todo, porque han vivido cobijados bajo los cerros y cuevas sagradas, bajo los pinos y ríos, escuchando por siglos los murmullos y secretos de la naturaleza como una experiencia colectiva.
Don Alberto Vargas Castellanos nació en 1935 y a los 20 años fue electo gobernador tradicional de su etnia, cargo que ha mantenido desde entonces, pero sobre todo es admirado porque ha sido un activo defensor de la cultura Pima. El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo reconocieron como Tesoro Humano Vivo, además el líder originario de la comunidad de Yepachi, municipio de Temósachi fue reconocido en días pasados con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de “Artes y Tradiciones Populares”. El hombre que desde los 30 años comenzó a entonar los cánticos Yumare señala que de perderse la lengua Pima se perdería muchas tradiciones como la fiesta Yumare, la cual explicó, es para que se dé la cosecha exitosa.
Desde 1945, el Premio Nacional de Ciencias y Artes se otorga:“a los mexicanos más sobresalientes por su obra en letras, las bellas artes, la historia y las ciencias sociales, las ciencias exactas y la tecnología y la innovación, también se hacen acreedores a este premio quienes, con sus actividades creativas o comunicativas, contribuyeron a la difusión, preservación y engrandecimiento de las artes y las tradiciones populares de nuestro país”
Tuvieron que pasar décadas para que traspasáramos nuestra visión materialistade mundo mestizo y encontráramos que la cultura y el patrimonio también existen vivos, en lo más íntimo de las personas y sociedades que se empecinan en continuar la creación de sus antecesores. Entonces, de sólo fijarnos en monumentos y grandes obras artísticas, descubrimos, espero que no demasiado tarde, que la creatividad también deja huella que se expresa en saberes, cantos, cuentos, bailes, fiestas, música, idiomas, espiritualidad. En ese sentido el patrimonio cultural de los Pimas va más allá de los aspectos materiales como su arte rupestre, su barro y construcciones de adobe, sus templos misionales y sus retablos. La tradición oral de los Pimas cuenta que cuando el mundo se estaba cayendo, Jesucristo reunió a todos los Pimas y hablándoles en su idioma les pidió “amacizar el mundo” bailando Yumare. Las canciones del Yumare, todavía cuentan con letras claras en lengua Pima aluden a cortas historias que refieren animales como caballos, cuervos, ardillas o sucesos sociales como el baile de los soldados, collar, hojas de maíz. El Yumare, es unidad y compromiso, porque practicarlo es lo que les hace recordar su pertenencia a la comunidad, lo que no es poca cosa en un contexto de exclusión social y política en la que los colocamos.
Volviendo a Don Alberto sabemos que se hizo acreedor al mencionado reconocimiento por preservar la lengua Pima, la cual manifiesta que se ha ido perdiendo con el paso de los años y añade: “pienso que se está perdiendo la lengua Pima porque ya se habla muy poco; los niños ya no quieren hablar en la lengua” y continua: “para rescatar la lengua se necesita hablar mucho con los niños, los chicos son los que aprenden más, con los grandes se batalla mucho” Don Alberto tiene como tarea autoimpuesta enseñar a los niños esta lengua mediante cantos tradicionales.
Cuando lo entrevistan añade que espera que el presente reconocimiento que le otorga el gobierno mexicano ayude para que su comunidad sea reconocida y concluye: “para mi gente pues uno qué, uno no va a vivir tanto tiempo, uno ya esta macizo. A lo mejor al rato ya dejo mi trabajo, me voy y me llevo los cantos de la Yumare”finaliza. No obstante Don Alberto a pesar de su edad se niega a darse por vencido en su tarea y piensa seguir con su labor de inculcar los cánticos Yumare a los niños: “no queremos dejar esta cultura, no queremos olvidar y que acabe la tradición Pima”