.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.
Quien siembra odio, cosecha barbarie.
Durante casi dos años, una organización denominada Unión Ciudadana a la que pertenecen por igual, desertores del Partido de la Revolución Democrática, del Movimiento de Regeneración Nacional de López Obrador y distinguidos panistas de la derecha más radical, se unieron en pos de ir haciendo surco y esparcir la semilla del odio entre los chihuahuenses.
Unión Ciudadana derivó de un fallido Frente por la Comunicación Democrática que encabezaban los mismos fundadores de Unión Ciudadana y que al ver que no fructificaba dicho frente y que atacar a su enemigo (Peña Nieto) no resultaba tan redituable en ese momento, decidieron que César Duarte sería mucho más rentable.
Dice Jan-Werner Müller, uno de los más destacados profesores de la Universidad de Princeton y un estudioso del populismo, en su artículo de este mes en la revista Letras Libres: “los populistas no sólo prosperan en el conflicto y alientan a la polarización: al que se les interponga en el camino lo tachan de ‘enemigo del pueblo’”.
¿Le suena familiar?
Esta estructura del discurso populista no es desconocida por los mexicanos. Su máximo exponente, desde hace más de una década, ha sido Andrés Manuel López Obrador, quien además es el principal agente de contagio del odio en el país.
Hace diez años, Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón se dedicaron (mucho con la ayuda de Vicente Fox) a sembrar el odio en todo México, teniendo como pretexto sus campañas por la presidencia de nuestra nación. No había existido una campaña tan agresiva, tan violenta en su lenguaje, como aquella, donde todo era la siembra del odio del azul contra el (entonces) amarillo y viceversa.
Así, en 2014, nace esta organización “anti” César Duarte, con el pretexto de interponer una demanda por corrupción por parte de Jaime García Chávez, quien junto con el hoy gobernador electo (Javier Corral) se auto bautizaban como los justicieros del pueblo, “los únicos con calidad moral” para denunciar la corrupción del aún gobernador de Chihuahua.
Otro de los atributos que tienen los populistas, es precisamente lo escrito líneas arriba: los populistas se dicen portavoces del pueblo entero, pero sólo del pueblo “bueno”, ellos tienen el poder de separar lo moral de lo inmoral. Quienes piensen diferente a ellos, además de convertirse en enemigo, son inmorales y corruptos.
Le reitero la pregunta, ¿le suena familiar?
Vuelvo al texto de Jan-Werner Müller en Letras Libres de este mes: “para los populistas no puede haber, en tiempo de elecciones, nada similar a competencia legítima. Del mismo modo, cuando (los populistas) llegan al poder tampoco existe nada parecido a una oposición legítima…”
Y nunca se equivocan. Ellos y sólo ellos, son los dueños absolutos, totales y monopólicos de la verdad. Cualquier otro ángulo, no tiene valor y debe ser castigado, reprimido y desaparecido de la faz de las redes sociales o los medios de comunicación.
Por eso, cuando se les refuta algún argumento, para el populista no hay nada más efectivo que tejer complicadas teorías de la conspiración que pueden incluir las revelaciones de un pajarito (Nicolás Maduro), a una todopoderosa mafia del poder (Andrés Manuel López Obrador), a un gobernador que controla a todas las mentes del país desde su oficina (Javier Corral) o a un gobernador que nació para joder al pueblo (Jaime García Chávez).
¿Se da cuenta?
Si no le resultaba familiar, el discurso incendiario, populista y de odio (muy similar al del entonces dirigente panista, el pirómano Fernando Álvarez Monge en tiempos del gobierno de Reyes Baeza) pues aquí podemos ver que lo que el académico de Princeton cita en su artículo, pues es completamente comprobable: no importa el tamaño del populista, todos usan la misma receta.
Si una organización que hizo una gran labor de posicionamiento de marca a su favor y en contra de su enemigo y además presumió a sus fundadores con un despliegue mediático nacional impresionante y fue, poco a poco, presumiendo adhesiones, ¿cómo es que ahora se asustan de los frutos que ellos mismos han cosechado?
Los atributos de marca que Unión Ciudadana logró adherirse son: vengadores del pueblo, completamente independientes del poder económico y político dominantes en el país, gran respaldo nacional gracias a Javier Corral y sus amigos como Carmen Aristegui o Denisse Dresser. Además de ser “incluyente”, mezclando gente tan disímbola a nivel local como el diputado panista Rogelio Loya, Gabino Gómez, Francisco Barrio, Ana Gómez y hasta el aún dirigente panista Mario Vázquez.
Entonces, pregunto: ¿Quién les va a creer que Unión Ciudadana no es responsable de la violencia suscitada en Palacio de Gobierno el pasado miércoles?
¿Cómo creerle a Javier Corral que no respaldó o financió la protesta si Víctor Quintana, García Chávez y los demás fundadores de Unión Ciudadana han sido la plataforma que lo llevó a derrotar a Enrique Serrano?
¿Cómo creerle al PAN que no tenía nada que ver si ellos han respaldado y presumido a Unión Ciudadana?
Después de dos años de realizar una campaña de odio entre los chihuahuenses, para generar encono y división social, hoy pueden presumir, que no sólo ganaron la elección. Que derrotaron al causante de todos los males del mundo (César Duarte); que su verdad triunfó. Esos son frutos de dos años de intenso trabajo de ligar a la marca César Duarte con corrupción y al PRI con César Duarte. ¡Felicidades! ¡Lograron sus metas!
Pero, sólo quieren recoger los frutos dulces. Los frutos amargos, también son producto de ello: la crispación social y la violencia que destruyeron parte del Palacio de Gobierno de Chihuahua: sus puertas, ventanas y el museo Galería de Armas que exhibe una colección de armamento de las épocas de la lucha por la independencia de nuestro país.
El máximo fruto de su labor fue esa: la barbarie de la que fuimos testigos muchos el pasado miércoles, donde se privilegia el odio, que la razón.
Especialmente sorprende que sean los promotores de la violencia, sesudos académicos que hace unos años defendían el Palacio de Gobierno a capa y espada de la “destrucción” que le iba a hacer Duarte con el mega balcón que se construyó ahí mismo y ahora ellos promovieron la destrucción del patrimonio histórico que antes defendían.
Así son los populistas quienes usan la política para sembrar odio y se esfuman al momento de cosechar la barbarie. ¡Pobre Chihuahua!
ULTIMALETRA
A los que ya ganaron la elección: es mejor pensar en dialogar, pensar en la gente y no en satisfacer apetitos y revanchas personales.
*Foto cortesía de Juan Carlos Ramírez de Canal 28 de Chihuahua.