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Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

 En las redes sociales estan los todólogos expertos en nada pero muy prestos para insultar al menor recato. Tienen la mecha muy corta para gritar e insultar a la menor provocación. Están listos para aplastar con el peor lenguaje a quien tenga el valor de retar su juicio inobjetable.

 

Hace unos meses, con la muerte del Divo de Juárez, las redes explotaron. La mayoría lamentaba la repentina partida de Juan Gabriel, mientras que un sector minoritario, cuestionaba la trayectoria, preferencia sexual, vida familiar y hasta el talento de JuanGa.

 

Pues esos mismos, que exigen tolerancia con insultos y respeto con vituperios, ahora se quejan de discriminación y acoso en las redes, por aplaudir al ganador del Premio Nobel de Literatura 2016, Bob Dylan.

 

El jueves por la mañana (en esta lado del mundo) la academia sueca reveló que el música estadounidense fue el ganador del premio Nobel de Literatura 2016, mismo que el año anterior recibiera la bielorrusa Svetlana Alexievich por su obra (casi desconcida en este lado del mundo) que retrata en coros las muchas realidades de la tragedia, especialmente la de Chernóbil.

 

Las redes han explotado una vez más. Muchos encantados con el premio otorgado a Dylan; la otra mitad no tanto.

 

Bob Dylan es el primer no escritor en recibir tal premio en 115 años.

 

Los motivos de la academia sueca para darle el premio al músico son:

 

“por haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la gran tradición musical americana».

 

¿Le soy sincero? Me quedé sin palabras. No puedo creer que tan afamado reconocimiento premie a un músico que vive de sus glorias pasadas y de unos cuantos éxitos bien escritos y con sólo dos libros en su haber, siendo uno de ellos un fiasco comercial total.

Este premio juzga con el mismo rasero a Ernest Hemingway (1954), Winston Churchill (1953), William Faulkner (1949), Rabindranath Tagore (1913), Octavio Paz (1990), Naguib Mahfouz (1988), Pablo Neruda (1971), Miguel Angel Asturias (1967), Jean Paul Sartre (1964), Albert Camus (1957), Hermann Hesse (1946), Thomas Mann (1929), George Bernard Shaw (1925), Anatole France (1921), Rudyard Kipling (1907), Darío Fo (1997), Günter Grass (1999), Camilo José Cela (1989), José Saramago (1998), Mario Vargas Llosa (2010) y a Bob Dylan.

 

No estoy de acuerdo en que se haya premiado a Dylan y que se le ponga al nivel de verdaderos héroes del oficio de escribir como algunos de los mencionados líneas arriba.

 

¿Qué Dylan tiene el talento y fuerza de un Hemingway?

¿Dylan es igual de bueno el legendario Rudyard Kipling?

¿La intensidad de sus letras se compara a la de Saramago?

Es acaso, ¿igual de profunda su capacidad de cuestionamiento interior como la de nuestro paisano Octavio Paz?

¿Está Dylan a la altura de un Pablo Neruda o Albert Camus?

¿Sabe plasmar textos históricos de mejor manera que lo hizo Churchill o hace mejor novela histórica que Vargas Llosa?

 

¡Por supuesto que no!

 

Dylan es un músico que sin duda tiene buenas canciones. No lo dudo. Pero su obra no tiene talento constante y mucho menos evolución o crecimiento, a diferencia de muchos de los laureados con el Nobel, que han hecho de la literatura su vocación de vida y que al llegar a una madurez literaria, han sido tomados en cuenta para ser reconocidos con el (hasta ahora) distinguido premio.

 

La industria editorial espera este anuncio con mucha expectativa, pues siempre significa un repunte en las ventas para finalizar el año pero ahora decidieron premiar a un escritor mediocre y a un músico que vive de sus glorias pasadas.

 

En las redes las reacciones no se han hecho esperar:

 

El escritor escocés, Irvine Welsh, autor de «Trainspotting” comentó en twitter:

«Es un premio de nostalgia mal concebido, arrancado de las próstatas rancias de hippies seniles y balbuceantes», «Sieres un fan de la ‘música’ busca eso en el diccionario. Después ‘literatura’ y compáralas».

 

El escritor Gary Shteyngart escribió en twitter: «Entiendo totalmente al comité del Nobel. Leer libros es difícil».

 

Y claro, las otras reacciones que celebran el premio para el música, incluyen hasta a Mónica Lewinsky. Mídale usted el nivel.

 

Lo cierto es que desde Michelle Bachelet hasta Barack Obama, todas las reacciones hacen referencia a sus tiempos de juventud cuando escuchaban a Bob Dylan. Ninguna a su talento como escritor. Otras tantas hacen referencia a su nacionalidad y siguen en abrumadora mayoría, las referencias nostálgicas.

 

Cuando se supone que el Premio Nobel era para reconocer el esfuerzo, talento y sacrificio del oficio de escribir, mismo que sólo mejora con la práctica; hoy tenemos que este premio Nobel de Literatura cae en un hoyo profundo porque significa que cualquiera, sin importar su talento, puede ganar el Nobel de Literatura, pareciera que para congraciarse con la “legión de idiotas” de las redes sociales, tirando por la borda a muchos escritores contemporáneos y, sobre todo, bajando a leyendas de las letras al nivel de un músico como Dylan, a quienes muchos le aplauden unas canciones realmente espantosas producto de la improvisación, cuando un escritor de carrera, de trayectoria, al ganar un premio Nobel todo le sobra, menos la improvisación en sus letras.

 

Hemingway, García Márquez, Tagore y hasta Svetlana Alexievich están ahora (para la academia sueca) al mismo nivel que cualquier cantante de rap o de narcocorridos.

 

ULTIMALETRA

Felicito al Dr. Javier Contreras por el premio estatal de periodismo José Vasconcelos 2016. Así como a Ángel Zubía, presidente del Foro de Periodistas por su buen discurso en defensa del gremio periodístico.

luisruben@plandevuelo.mx

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