.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.
El pasado 11 de diciembre, una estudiante de la carrera de Derecho y Relaciones Internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) se suicidó. La noticia se dio a conocer, y con ella, declaraciones de compañeros que atribuyeron el suicidio a la presión académica de dicha institución.
Las redes enloquecieron.
El columnista de El Universal Alonso Cedeño publicó[1] una serie de datos sobre la conversación en las redes sociales, tras este lamentable hecho. Analizó más de 200 mil comentarios vertidos en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, portales web de noticias y blogs e identificó que el 38% de los mismos, se burla del reclamo de los estudiantes para que sea su universidad la que se haga cargo de sus terapias psicológicas; el 24% lamenta la situación, pero dice que la presión de un fin de semestre es igual en todas las instituciones educativas; el 16% dijo que si las exigencias de evaluación en el ITAM les parecen demasiadas deben irse a otras universidades; el 12% se quejó de la falta de compromiso que tienen las nuevas generaciones de estudiantes con su proceso educativo; el 7% responsabilizó a los profesores por su falta de vocación para ejercer el oficio y el 3% responsabiliza a los padres por la presión que ejercen sobre sus hijos para obtener calificaciones de excelencia.
Se asocia al ITAM y otras tantas universidades con altos niveles de exigencia, competitividad, angustia, presión, desgaste mental y físico, así como profesores duros, inflexibles y cuya “metodología” raya en el maltrato.
El ITAM es reconocido como cuna de líderes políticos y empresariales y no puede ser definido únicamente por los recientes escándalos; siempre ha tenido como meta la excelencia y representa lo mejor de lo que la sociedad mexicana ha construido.
Esas élites de profesionales, que muchas universidades y gobiernos quisieran tener entre sus filas.
Esta serie de escándalos le cae como caído del cielo al Prejidente López Obrador, acérrimo enemigo del ITAM, al que no se ha cansado de insultar, así como ha muchos de sus egresados que no comparten su visión de la vida y la política. Aún así, tiene a muchos “itamitas” entre las filas de su gobierno.
Pero, el tema es otro. Muchas universidades, tanto públicas como privadas, tienen una cultura institucional insensible para entender las preocupaciones de los alumnos y que no se ha sabido adaptar a una generación que no piensa quedarse callada y que, con herramientas como las redes sociales sabe visibilizar cualquier demanda.
Durante estos días, se pueden leer en redes sociales afirmaciones como “prefiero ser menos perfecto y más feliz”, esto derivado de la cultura del estrés, que no es exclusiva del ITAM, puesto que también se vive en casa. Esta cultura del estrés privilegia el resultado (en este caso la excelencia académica) sin importar los medios para lograrlo.
Una corriente de estudiantes no pide que el ITAM reduzca su nivel académico, sino que deje de fomentar esta cultura del estrés, que se convirtió en todo tema hace tres años en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y, gracias a la labor de egresados y estudiantes, se combate como nunca esta cultura del estrés. Desafortunadamente, esto derivado de siete suicidios[2] en el periodo 2014-2016, dentro de esta afamada universidad de los Estados Unidos.
Nuestro país está sumamente polarizado para seguir intensificándola, el debate no debe separar a generaciones: la generación a la que todo le costo mucho y aguantaron esotoicos cualquier cosa con el afán de llegar a la meta (excelencia académica, ascenso social) ó la generación que no se queda callada y que conoce, como nunca, sus derechos a tener una vida mejor y a exigirlos.
No se trata de una pelea de rudos contra frágiles, se trata de entender los nuevos tiempos, las nuevas generaciones. Si ha cambiado la manera de comunicarnos, de consumir información y entretenimiento, ¿por qué no ha de cambiar la manera de educar las nuevas generaciones?
ULTIMALETRA
Una gran felicitación al maestro de muchas generaciones de periodistas y comunicadores: Javier Contreras Orozco, quien hace unos días recibió el Premio Nacional de Periodismo. ¡Enhorabuena!
luisruben@plandevuelo.mx
[1] Alonso Cedeño. (2019). Caso ITAM, entre la empatía y la responsabilidad . 17/12/2019, de El Universal Sitio web: https://bit.ly/2PwSUUN
[2] Collin Binkley. (2016). MIT Students Turn Their Brainpower Toward Suicide Prevention. 17/12/2019, de Associated Press Sitio web: https://cbsloc.al/36PvfF0