.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.
A pesar de que México tiene jóvenes instituciones culturales, mismas que fueron creadas durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, que para muchos Peje bots, es el causante de todos los males y catástrofes habidos y por haber; el sólo hecho de crearlas, hace más de dos décadas, fue un gran paso. Sin embargo, nos hemos quedado ahí; los pasos subsecuentes no han sido del mismo tamaño ni contundentes.
No se en qué momento las políticas públicas se olvidaron del cine y lo dejaron morir lentamente.
Previo al nacimiento del CONACULTA en el salinato, el entonces presidente Miguel de la Madrid, buscaba rescatar al cine mexicano, creando el Instituto Mexicano de Cinematografía. Un esfuerzo loable en medio de una crisis económica que pegaba duro en la industria, que estaba alejada de la calidad y la creatividad.
Así, desde su creación en 1983, el gobierno ha dado sólo pasitos, para rescatar a una industria que nos puso en los ojos del mundo durante el siglo XX de la mano de Emilio Fernández, Gabriel Figueroa, Pedro Infante, Dolores del Río, Cantinflas, Roberto Gavaldón, Luis Buñuel, Alejandro Galindo, Silvia Pinal, María Félix, Ismael Rodríguez, Juan Orol, Miguel Zacarías, Joaquín Pardavé, Tin Tan…y muchos otros nombres que lo convirtieron en oro puro.
De la mitad de la década de los 70 hasta 1999, el cine mexicano vivió una época muy oscura, hasta que aparecieron tres películas que le dieron su segundo aire, denominado como “el boom del nuevo cine mexicano”: Sexo, Pudor y Lágrimas; Amores Perros y La Ley de Herodes.
Desde hace 16 años, se han hecho esfuerzos por insertar en las carteleras a las producciones mexicanas, muy mermadas por la llegada de las cadenas exhibidoras transnacionales como Cinemark y posteriormente las mexicanas Cinemex y Cinépolis que privilegian a las enromes producciones hollywoodenses.
La legislación en la materia nadie la cumple. Todas las exhibidoras la burlan. Usted lo puede comprobar: Ni siquiera piden las credenciales de elector para filmes de clasificaciónn “C” y usted se puede topar a familias enteras dentro de la sala, con carriolas, biberones, mientras una escena de fuerte contenido sexual está en la pantalla.
Si Cinemex o Cinépolis no cumplen con eso, ¿cómo podemos esperar que les den buen lugar a las producciones mexicanas? Los exhibidores son unos delincuentes absolutos, que corrompen a la autoridad, que ni los revisa, visita y mucho menos exige que cumplan con lo dispuesto en el artículo 19 de la ley federal de cinematografía: “Los exhibidores reservarán el diez por ciento del tiempo total de exhibición, para la proyección de películas nacionales en sus respectivas salas cinematográficas.”
Aquí quien más dinero tenga, ocupa más salas y la atención del público. En contraste con lo que sucede en Argentina, Brasil o Chile, donde hay estímulos verdaderos, que sí están generando industria fílmica local y espacios en sus carteleras para lo hecho en casa.
Ni a Fox le importó el tema (el pobre era un presidente ignorante, ahora es sólo un ignorante), Calderón estaba obsesionado con su guerra y, al parecer, con Enrique Peña Nieto, hay una luz de esperanza, al anunciar la creación de la secretaría de cultura.
Ojalá no sea solamente un cambio de nombre y sí se convierta en un organismo que aglutine todos los esfuerzos para impulsar la cultura como una industria, permitiendo devolverle al cine mexicano el lugar que le pertenece.
En el 2013, el cine mexicano vendió 30.19 millones de boletos; en el 2014 cayó a 24.64 millones y para este 2015 apenas lleva cerca de 12 millones, lo que pinta un escenario sombrío para la producción nacional.
Si hemos avanzado, pero ese avance no es constante. Este año, la producción nacional suma cerca de 600 millones de pesos en taquilla. Tan sólo tres películas (“El gran pequeño”, “A la mala” y “Un gallo con muchos huevos”) aportan alrededor de 400 millones de pesos, el resto se queda por debajo de 40 millones de pesos.
El cine mexicano ha demostrado que sí puede ser negocio. Hay un público que pide producciones de mejor contenido que lo producido en Hollywood. Pero ese afán tan holgazán de querer estandarizar a todos, llena la cartelera de mucha basura.
Es tiempo de que se haga cumplir la ley y que los estímulos al cine mexicano, lleguen hasta la distribución y publicidad de las cintas; no sólo a la producción, que es donde la mayoría se quedan, faltándoles el impulso para que la gente conozca que esas cintas existen y no sea una inversión pública o privada, que se quede enlatada para siempre.
El cine mexicano debe dejar de ser el patito feo de la cartelera y para eso, necesitamos voluntad política e impulso de senadores y diputados federales.
ULTIMALETRA
¡Es un gusto ver que Chihuahua alberga este mes patrio dos festejos taurinos! Ojalá y cada vez sean más. #SiALosToros
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