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Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

¿Y cómo negarse? Si eran cerca de 150. Pero millones de dólares. ¿A poco no suena tentador?

 

Pues la tentación pudo más para 14 personas, quienes decidieron construir una de las mafias más legendarias que arrancaría los aplausos del mismísimo Vito Corelone, el famoso personaje de “El Padrino” o incluso a la célebre Reina del Sur, que concibió Pérez Reverte y que fue llevada a la pantalla chica.

 

Este cártel no se dedicó a la venta de drogas, decidió enriquecerse con la pasión más arraigada en todo el mundo: el fútbol, el deporte más popular del planeta y por ende, el que más ganancias genera.

 

Y durante más de una década, la justicia de los Estados Unidos, realizó una investigación que derivó en la detención de nueve miembros de la FIFA y a cinco dirigentes de empresas de marketing deportivo acusados de haber aceptado sobornos de decenas de millones de dólares desde los años 1990 hasta el presente día.

 

Desde lo más oscuro de los sótanos de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), protagonizaron esta historia de poder y corrupción:

 

En 1991, directivos de Concacaf solicitaron sobornos a diferentes patrocinadores a cambio de los derechos comerciales de sus competencias. Esto se hizo año tras año, torneo tras torneo.

 

13 años después, en 2004, dirigentes de FIFA pidieron sobornos para votar en favor de Sudáfrica como sede de la Copa del Mundo del 2010.

 

En 2011, Jack Warner, vicepresidente de FIFA y presidente de Concacaf, fue acusado de arreglar una reunión donde Mohamed Bin Hammam ofreció sobornos por 40 mil dólares a cada una de las asociaciones miembro de la Concacaf para que votaran por él como presidente de FIFA.

 

Ese mismo año, el FBI le comienza a seguir la huella a más de medio millón de dólares en pagos hechos por la Unión de Futbol del Caribe (CFU) a una compañía encabezada por el extitular del futbol en Estados Unidos, Chuck Blazer. Nike también habría pagado sobornos para poder vestir a la selección de Brasil.

 

Para el 2012, la FIFA aceptó que su expresidente, Joao Havelange, y el exlíder del futbol brasileño, Ricardo Teixeira, recibieron millones de dólares en sobornos relacionados con los derechos de los mundiales de futbol.

 

Un año después, en 2013, el FBI y la Hacienda Pública (IRS) de Estados Unidos inician una investigación de corrupción a la Concacaf. El motivo principal de la investigación se mantuvo en hermetismo para no afectar las pesquisas, pero los rumores indicaban que Jack Warner, extitular de la Concacaf era el protagonista.

 

En 2014, el Fiscal Michael García denunció irregularidades en el proceso que llevó a la elección de Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales de futbol de 2018 y 2022, respectivamente. Habló de patrocinios sospechosos y “pagos inapropiados” a altos ejecutivos de la FIFA de distintos continentes.

 

Esta semana, después de años de investigación y de impunidad, el FBI detiene en Suiza a siete directivos de la FIFA acusados de lavado de dinero, sobornos y corrupción.
¡Vaya historia! La cual está lejos de terminar, según la justicia de los E.U.A.

En México tenemos historias similares, que no necesariamente están relacionadas con el poderoso fútbol.

Tuvimos un presidente municipal que decidió vernos la cara los habitantes de la capital del estado: hizo negocio con la basura que se produce por montones en nuestras casas.

Es el famoso caso del relleno sanitario que implicó un entramado como en la FIFA y que llevó a Juan Blanco a la cárcel, gracias a los testimonios de algunos de los involucrados.

Y como en la FIFA, hubo muchos aliados del entonces candidato a diputados federal rival del priísta Maurilio Ochoa, fue defendido en las calles por sus aliados, como han defendido a Joseph Blatter, presidente del máximo organismo del fútbol mundial.

Muchos panistas reconocidos lo defendieron en ese entonces, a sabiendas de que estaban defendiendo y luchando por que este personaje conservara la impunidad por sus fechorías.

Y salió de la cárcel y con argucias legales y (se rumora) logró salir impune y se regresó a amasar y cocinar sus tradicionales pizzas, mismas que, con la competencia, sufrieron embates duros y requirieron de préstamos bancarios de fideicomisos gubernamentales y de la famosa Unión de Crédito Progreso, esa a la que los panistas han denostado tanto.

 

Y pues resulta que la Unión Progreso que generó la ira de Javier Corral y que originó la gesta de la Unión Ciudadana ha sido el principal financiador de las famosas pizzerías del exalcalde Juan Blanco, además del Fideicomiso Estatal para el Fomento de las Actividades Productivas en el Estado de Chihuahua del gobierno del prinicipal enemigo de los panistas: César Duarte.

Entonces, ¿por qué nos mintió Juan Blanco a los chihuahuenses?

¿Por qué fingir que es enemigo de los priístas cuando ellos han sido sus principales financiadores desde el orden público y el privado?

¿Y qué decir de la familia de Gustavo Madero que son socios fundadores de Unión de Crédito Progreso?

Pedir prestado no es un delito, ni pecado.

Pecado es mentir, engañar. Y Juan Blanco nos viene mintiendo desde la primera vez que fue candidato y ahora lo hace con más desesperación.

Quizás pensó podría repetir el modelo “FIFA Nostra”, comenzando por la curul federal para después, como en la FIFA, servirse con la cuchara grande.

No podemos permitir que suceda en Chihuahua como pasó en la FIFA, donde con mentiras y complicidades se tejieron redes de corrupción, que esperemos no queden impunes como Juan Blanco.

Detener la impunidad, depende de usted.

 

ULTIMALETRA

Felicito por un año más de vida a mi lector más crítico y fiel: Ramiro Alvídrez Frías, ¡muy feliz cumpleaños, abuelo!

luisruben@plandevuelo.mx

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