EN PLAN DE VUELO

Por Fabiola Lara García

 

Recientemente, Transparencia Internacional efectuó un estudio denominado “Las Personas y la Corrupción: América Latina y el Caribe”, el cual colocó a México como el país más corrupto en tratándose de la prestación de servicios públicos, sobre todo en los rubros de educación y salud, ya que más de la mitad de los entrevistados aceptó haber sobornado a alguna autoridad mexicana para conseguir algo, seguido de países como República Dominicana y Colombia y Venezuela, en el cual, en éste último, dos de cada cinco entrevistados manifestaron haber pagado a policía para evitar ser detenidos o multados.

Tema que proporciona amplio campo de reflexión, en primer término más de la mitad de los entrevistados aceptó su deshonestidad, empero resulta insoslayable mencionar el porcentaje de gente que guardó silencio o bien, por vergüenza o diverso motivo, tuvo a bien negar su soborno.

En modo alguno resulta un hecho nuevo que las cifras con las que aparece México en torno a la corrupción, tal parece que el asombro sería no figurar entre los primeros lugares, lamentablemente.

Recientemente este medio de comunicación efectuó una encuesta cuya pregunta era:

¿Cómo crees que los juicios serían más justos y humanos?, apareciendo como respuestas las opciones:

  1. a) Si los resuelve un jurado de ciudadanos y
  2. b) Si los resuelve un juez, obteniendo la primera de las opciones mencionadas una considerable ventaja sobre la segunda.

Considero humildemente, que la corrupción y la funesta percepción que de nuestras autoridades tiene la mayoría de la gente, no digo van de la mano, sino que han celebrado un contrato de matrimonio, desgraciadamente, la población no confía en las autoridades, y, sin ánimo de particularizar alguna esfera o poder, en general, no existe esa certidumbre en ellas. Respalda mi anterior afirmación, el estudio efectuado el año pasado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Estimo que incitados por ese escepticismo la mayoría de los que respondieron a la encuesta referida con antelación consideran que un jurado de ciudadanos resolvería de forma más justa que un profesional preparado y capacitado para ello.

Realmente es sencillo desconfiar, incluso llegar al extremo de acostumbrarse a la corrupción, deseando desde lo insondable de nuestro ser que algún día se acabe, cómodamente trasladamos la culpa y la responsabilidad a los políticos, los partidos, el gobierno, al jefe y hasta al vecino, a efecto de esquivar pasar del simple deseo a la acción,  se nos olvida que deshonestidad también es estacionarse en lugares marcados de azul, verde o amarillo, arrojar basura a la calle, evitar ser productivos y eficientes en nuestras fuentes de empleos, la intolerancia e indolencia no se encasillan propiamente como corrupción pero laceran en la misma intensidad a la sociedad.

Simplemente por que alguien discrepa de nuestro criterio, es motivo para recordarle  no solo a la progenitora, sino a todo el árbol genealógico, incluso de vehículo a vehículo aun en presencia de menores de edad.

El filósofo español José Ortega y Gasset en el año de 1922 publicó una obra titulada “ La España Invertebrada” obra en la cual el autor señala severamente a la autoridad por su ineptitud en la dirección del país.

Ortega externó que: “una nación es una masa humana organizada, estructurada por una minoría de individuos selectos, pero cuando en una nación la masa se niega a ser masa, esto es, a seguir a la mino­ría directora , la nación se deshace, la sociedad se desmembra, y sobreviene el caos social, la invertebración histórica… Hay que superar el odio hacia los mejores, para llegar a un imperativo de selección; usándolo como un cincel, hay que ponerse a forjar un nuevo tipo de hombre es­pañol…”

La realidad española que atinadamente plasmó Don José Ortega, tal pareciera que a pesar de que han transcurrido ya casi 100 años de ello, sus palabras continúan vigentes, tanto para España como para las democracias contemporáneas latinoamericanas.

Considero que cuando “la masa” de que nos habla Ortega se niega a seguir a los dirigentes, para evitar es el caos, debe no solo limitarse a señalar, criticar y atacar, debemos pues con nuestro propio actuar ser un ejemplo de vida honesta, si repudiamos la corrupción, si criticamos el trabajo de otros, entonces considero que debemos ser la antítesis de lo que severamente reprobamos. Que reprochable estulticia y cinismo la de aquel quien con una mano señala, insulta, tuitea, escribe en redes contra la corrupción y con la otra mano entrega el billete para el soborno.

 

ESCALAS

  1. Sus comentarios siempre son bienvenidos en mi correo: fabiola@plandevuelo.mx
  2. Lo invito a que sintonice Plan de Vuelo en el 102.5 de su radio los lunes y miércoles a las 9 de la noche, donde puede conocer la actualidad jurídica y cultural.

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