El periodo de prueba para el actual técnico de “La Máquina Celeste” parece estar llegando a su inevitable final, debido a un reprobable manejo táctico de los partidos y muy probablemente que algunos de los jugadores no estén en su momento. Suena como el cuento que ya hemos escuchado desde torneos atrás. Nada nuevo.
¿Tiene toda la culpa Sergio Bueno?
Como estratega de un equipo “grande” como lo es Cruz Azul, es completamente comprensible que esté en los reflectores siempre, y más aún cuando el gasto en refuerzos fue considerable. Claro que comparte culpabilidad, su manera de plantear los partidos no ha sido con un enfoque dirigido a explotar el talento en cada posición.
Los jugadores carecen de hambre de triunfo.
“Pechos fríos” es como se ha denominado a Cruz Azul en el pasado reciente, y al parecer no se ve un cambio próximo en la mentalidad de los once que disputan el balón. Hombres de referencia tal como es el caso, de José de Jesús Corona, Christian “El Chaco” Jiménez, y Gerardo Torrado; ya no parecen estar a la altura del club y a las exigencias de los aficionados.
La directiva.
El mal más grande al que se enfrenta Cruz Azul se encuentra en casa, y la podemos denominar como “los grande mandos”. Este peligroso ente es el más grande responsable de la crisis que está viviendo el equipo, por razones bastante sencillas; tienen a los jugadores en “algodones”. ¿Qué quiero decir con esto? No exigen resultados a los jugadores locales ni a los extranjeros, pareciera que sólo les piden que salgan, usen la playera, den destellos de buen fútbol carente de contundencia para que la afición crea que el equipo no tiene problemas, y listo. Todo se resume en una exhibición de patrocinadores en el campo, en una afición desesperada por ver fútbol en su verdadera expresión.
En resumen, es una culpa tripartita, desde la contratación de un técnico de nivel bajo, sin alguna referencia de éxito en el balón pie mexicano; refuerzos que en el papel hablan mucho, y en la cancha enmudecen; una directiva conformista, a la que se le están agotando los pretextos.
Todo esto es terrible, porque al final de cuentas, la afición es lo que hace grande a un equipo, y a la misma, se le está agotando la paciencia.
La Máquina Celeste no es un equipo que deba estar cerca del fondo de la tabla. Debe de tener las más altas exigencias en cuanto a los tres criterios más básicos de fútbol, ganar, gustar y golear.
El tiempo les juega en contra, una derrota en contra, del rival odiado, no se olvida tan rápido. La directiva debe plantear bien su proyecto, y buscar un técnico que llene a los jugadores de carácter.
Talento con el que se puede trabajar hay, hambre de triunfo…carece.
No me gusta que se hable mal de mi equipo, pero ahora no hay manera de defenderlos.
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