Por Fabiola Lara García
Por Fabiola Lara García

En agosto de 2008, el partido republicano de los Estados Unidos se preparaba para enfrentar al sorpresivo Barack Obama, quien había dejado en el camino, unos meses atrás, a la otrora favorita: Hillary Clinton.

 

El popular político del partido demócrata presentaba amplia ventaja en los sondeos, además de tener mucha aceptación entre los jóvenes, gracias a su innovador uso del internet para hacer campaña y recaudar fondos, así como su poderoso e inspirador discurso.

 

¿Qué hacer contra Obama? ¿Quién podrá ayudarnos? Parecían implorar los republicanos. Y al carecer de un Chapulín Colorado que pudiera ayudarlos con su astucia, encontraron la solución en la figura de una mujer.

 

La fórmula ideal para atraer votos hacia su causa era buscar a una mujer como probable candidata a la vicepresidencia. Y la encontraron rápido: Sarah Palin, quien fungía como gobernadora de Alaska, precisamente por las siglas del partido republicano.

 

Palin fue la primer mujer republicana en ocupar la candidatura a la vicepresidencia, sin embargo no tuvo los resultados esperados para la causa del candidato presidencial John McCain,  quien perdió la elección abrumadoramente contra el, hoy reelecto, presidente Barack Obama.

 

Y fue precisamente en julio de 1984, cuando la primer mujer se postuló a la vicepresidencia de los Estados Unidos, pero por el partido demócrata: Geraldine Ferraro.

 

Abogada de profesión y permanente activista de los derechos de las mujeres, nació el 26 de agosto de 1935 en el estado de Nueva York hija de inmigrantes italianos. Ella estaba destinada a una vida típica, y por eso, estaba decidida a ser maestra de primaria, “porque eso es lo que las mujeres tenemos que hacer”, sin embargo esa profesión no le satisfacía y retó el orden establecido para inscribirse en la facultad de derecho de la universidad de Fordham de donde salió con los más altos honres. Al inscribirse, el responsable de las admisiones trató de disuadirla muchas veces porque “estaba quitándole el lugar a un hombre”.

 

En 1978 compitió por un escaño en la cámara de representantes con un lema que sorprendió a todos y la hizo famosa: “Finalmente. Una demócrata dura”.

 

Triunfó y logró un rápido ascenso en la jerarquía legislativa y ganó mucha influencia. A pesar de ser la novata, se hizo sentir su ímpetu. Ferraro participó en las comisiones más importantes y logró importantes beneficios para su distrito. Su activismo pro mujeres nunca cesó y mucho menos su activismo en las grandes ligas de la política de los EUA, apoyando a la fórmula Jimmy Carter-Walter Mondale en 1980, que pierde ante Reagan.

 

Ella fue reelecta en su distrito en tres ocasiones.  Y defendía el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, tema que le generó enormes polémicas con los conservadores de ambos partidos mayoritarios.

 

Cuando el ex vicepresidente Mondale tiene que elegir a su fórmula para vicepresidente, decide hacerlo de manera pública: anunció los nombres y sus perfiles, posteriormente fueron entrevistados en los medios de comunicación sobre su proyecto, en caso de ganar la nominación. El proceso de selección incluyó a dos afroamericanos, tres mujeres y un hispano.  Tenía que hacerlo así, pues el rival a vencer era, nada más y nada menos que el popular presidente Ronald Reagan y su vicepresidente el exdirector de la CIA, con pasado diplomático y militar, George Bush.

 

En situación de desventaja (justo como McCain en 2008), los demócratas tenían que hacer una jugada excelente para ganar popularidad y votos. Y también decidieron por una mujer: Geraldine Ferraro fue la primer mujer nominada a la vicepresidencia de los Estados Unidos.

 

Rompiendo todos los esquemas, en una jugada valiente, Ferraro estuvo siempre en el ojo del huracán: estuvo sujeta a mucho mayor escrutinio que su compañero de fórmula.

 

Fue atacada con severidad por sus opositores. Desde cuestionar el origen de la fortuna de su marido hasta cuestionar si era físicamente capaz para ocupar una posición tan importante.

 

En octubre de ese año, debatió cara a cara, con su contraparte, George Bush, a quien dominó en el debate, pero las encuestas no reflejaron ese dominio.

 

Gerry, como era conocida, hizo una campaña espectacular, a pesar de los constantes ataques, pero no pudo ser el amuleto, para derrotar al popular Reagan.

 

Sin duda, Ferraro abrió la puerta para que las mujeres entrarán a la toma de decisiones y dejar atrás la discriminación y la idea de que “la política es sólo cosa de hombres…blancos”, muy popular entre los republicanos.

 

También nos deja claro, en ambos escenarios (1984 y 2008) que sólo por escoger a una mujer como candidata, no se tiene el triunfo en las manos.

 

Más allá de recordar cada octubre, que podemos votar. Hay que recordar que podemos ser votadas y que hubo pioneras como Geraldine Ferraro que desafiaron una manera de pensar y toda una época, lo que permite que hoy en día, la posibilidad de una mujer presidenta en EUA, sea una realidad.

 

Comentarios: fabiola@plandevuelo.mx

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