Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Hay quienes piensan que el poder en sí es una enfermedad incurable. Una vez que te contagia, toda un serie de síntomas llegan para quedarse.

 

Para otros, el poder es la droga necesaria para sobrevivir diariamente: es seductora y con grandes efectos secundarios.

 

El poder es bueno, según quienes lo tienen. El poder es malo, según quienes lo añoran.

 

Queda claro que el poder es polémico y que todos lo deseamos, en mayor o menor medida.

 

Ya estamos inmersos en el año electoral y estaré abordando diversos temas referentes al manejo de imagen, la comunicación y el marketing político, para aportar a nuestra democracia, elementos necesarios de conocer, de estas disciplinas, que enriquecerán nuestra cultura democrática.

 

¿Alguna vez se ha cuestionado sobre el estado de salud de los candidatos en campaña?

 

En nuestro país, ante nuestra muy incipiente cultura democrática y el miedo que tenemos a expresarnos libremente como sociedad, nunca cuestionamos (en forma seria) el estado de salud quienes resultan electos candidatos.

 

A forma de broma hay un montón de descalificaciones y cuestionamientos al candidato que no es de nuestra preferencia hacia su salud mental: “¡Está loco!”, “¡Lo perdimos!” “¿En qué mundo vive?”, entre otros tantos.

 

Como parte de nuestra democracia, hoy cuando vemos con tristeza que alcaldes perredistas sostienen vínculos con grupos del crimen organizado, se sube a la agenda política, el tema del perfil del candidato y la necesidad de investigarlo previo a su postulación para ver si es “honorable, honesto y sin malas amistades”.

 

Pero como todo en México, es coyuntural. El tema se va a olvidar y no pasará nada o pasarán alguna ley absurda para bajar el tema de la agenda pública, cuando aquí lo importante es, no que sean casi unos santos al ser candidatos, sino que mantengan su honestidad al llegar al poder. Muchos buenos candidatos se convierten en gobernantes corruptos.

 

Para muestra: hace unos meses el tema de la mermada salud del aún gobernador michoacano, Fausto Vallejo, dominaba la agenda: se le cuestionaba el haber ocultado su enfermedad; la ira panista y perredista contra Fausto era brutal, pero en acciones concretas, legislativas para transparentar el estado de salud de un candidato a cualquier puesto de elección popular, no se hizo nada. Fue solamente pirotecnia electorera.

 

En unos meses más, los chihuahuenses estaremos eligiendo únicamente diputados federales, mientras que otros estados, además, estarán renovando su poder ejecutivo estatal, el legislativo, alcaldías y sindicaturas.

 

Los mexicanos tenemos el derecho a saber y a exigirle a los partidos políticos candidatos física y mentalmente sanos. Damos por hecho que lo están, al momento de ser ungidos, sin embargo, ¿qué pensaría usted si al momento de andar en campaña padece algún padecimiento físico o mental y deliberadamente se lo oculta?

 

A nadie nos gustan las mentiras. Y mucho menos viniendo de los políticos, quienes han hecho de ellas un vicio.

 

Nunca debemos de olvidar que los políticos tienen en sus manos las vidas de todos nosotros, de ahí la importancia de saber si están aptos para ejercer el cargo por el que compiten.

 

Hay padecimientos con los que se puede vivir y la toma de decisiones no se ve afectada; existen otros que pueden ser incapacitantes e impedir una acertada toma de decisiones.

 

Un gobernador, como el caso de Fausto, popular a la hora de ser candidato del PRI al gobierno de Michoacán, ¿tenía que haber confesado a los michoacanos que estaba enfermo?

 

Creo que sí. Los electores merecen la verdad. Estoy convencido que con una buena estrategia de comunicación hubiera podido darle la vuelta a su condición y a los ataques, hablándole a sus electores con la verdad.

 

Para este 2015, debemos exigir que sea público (como en democracias avanzadas) el estado de salud de los candidatos, para saber si pueden cumplir con sus funciones a cabalidad. Es nuestro derecho saber qué tan sanos o que tanto puede afectarles alguna enfermedad, dependencia, manía, depresión, etc.

 

La salud del candidato es un tema que debe de abrirse al público, en aras de la verdadera transparencia que exige la democracia.

 

ULTIMALETRA

Quiero felicitar por su cumpleaños a un hombre que conoce el verdadero significado de andar en la lucha política, sufrir represalias durísimas y no se ha rajado un pelo, jamás. Personaje político experimentado, polémico y un verdadero devorador de libros: Felipe Salasplata, quien me honra con su amistad, ¡muchas felicidades!

luisruben@plandevuelo.mx

2 Replies to “La salud del candidato por Luis Rubén Maldonado Alvídrez”

  1. Pero: Qué tan honesto sería el que una buena campaña publicitaria le diera la vuelta a esa condición y de todas maneras finalmente tuviera que pedir licenciada por su enfermedad?… en caso de que fuera ésta la verdadera razón de licencia… Lo que sí es incuestionable, es que el voto se habría dado con el conocimiento de ésta condición.

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