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Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

 

Quizás usted ha visto a Mario Vázquez sonriente. Pero más sonriente a la mano que realmente mece la cuna: César Jáuregui, coordinador de los diputados del PAN y gurú plenipotenciario de los candidatos que buscan proyectar al 2016: Mario Mata y Juan Blanco.

 

Como headcoach de equipo de fútbol americano, Jáuregui ocupa la mayoría de su tiempo a estar en cuartos de guerra, debates, eventos de campaña y recibiendo a distinguidos militantes panistas como la exprimera dama, Margarita Zavala.

 

Por su actividad pública, vemos que su tiempo lo dedica al 100% a temas de partido o a partidizar los temas.

 

Y luego viene la pipitilla panista. El ¿dirigente? Municipal del PAN, Juan Antonio González Villaseñor, cuya única función real es ser el vocero de su jefe político, Juan Blanco Zaldívar, dejando al olvido a la candidata del octavo distrito, Rosy Baray, además de estar ocupado al 100% en señalar hasta los temas más nimios de sus oponentes.

 

La actual legislación los tienen contentos a los tres alegres panistas.

 

La misma ha orillado a que se estén señalando unos a otros, permanentemente; en demérito de la ciudadanía.

 

Antes de la votación del 7 de junio, los panistas se sienten con ánimo victorioso, pues la actual legislación electoral fue una victoria lograda por Gustavo Madero en las negociaciones por la reforma energética. Esa que los panistas impulsaron y aplaudieron hasta el cansancio…pero hoy podemos ver que el verdadero motivo de su aplauso, fue el cambalache que hicieron y las puntadas que hicieron en la confección de la reforma electoral.

 

El PAN ganó en el terreno legislativo algo largamente añorado y realizado en el pasado.

 

¿O a poco usted se traga el cuento que las reformas electorales de 1996 fueron para el bien del pueblo?

 

Por supuesto que no, fueron para cumplir caprichos solicitados por Acción Nacional para poder construir, desde las leyes, su ascenso al poder.

 

Al igual que la reforma electoral de 2007, fueron puros caprichos de un berrinchudo Andrés Manuel López Obrador que buscaba influir en las leyes para que éstas se le acomodarán a su beneficio con miras al 2012.

 

De nuevo, pasada la elección, los perdedores: El PAN por un lado, en el despecho por haber perdido el poder, propusieron una reforma electoral y, por el otro, AMLO quería nuevas leyes a modo, pensando en 2018.

 

En el trueque legislativo, la confección estuvo en manos del PAN, con gente como Javier Corral, quienes hicieron una reforma que se acomodaba a los intereses panistas.

 

¿Cuáles? Lograr la paralización casi absoluta del gobierno. Esa que ellos en 12 años de gobierno federal, no hicieron. Basta recordar a Tere Ortuño como delegada de SEDESOL haciendo equipo con Roberto Lara, entregando despensas y operando con sus afines, que devengaban sueldos jugosos del erario público.

 

La ley está tan mal redactada, tan ambigua que nadie la entiende (mucho menos Alejandro “El Tibio” Scherman Leaño) y como está “sujeta a interpretación” todos los funcionarios tienen miedo siquiera a salir de sus oficinas. Ese miedo, es una victoria panista.

 

Doble función. En la Cámara de diputados estuvo la discusión sobre las horas y días hábiles de los funcionarios. El INE publicó desde el año pasado el acuerdo 66 que (según esto) clarificaba el tema. Pero no. Sólo se remitió a decir que las días y horas hábiles las especificaba la reglamentación de cada ente.

 

Gustavo Madero intentó acotar a los diputados y senadores para que estos se alejaran de la talacha de partido, pensando solamente en perjudicar al PRI. Pronto le hicieron ver, que eso no le convenía ni a los panistas.

 

¿Se imagina a César Jáuregui pidiendo licencia? ¡Por supuesto que no!

 

Por eso vemos aquí la doble moral panista con esta legislación que sólo buscan ver las cosas con el cristal que les conviene.

 

En el caso de la capital, vemos a regidores panistas desgarrarse las vestiduras con absoluta hipocresía: piden que sus homólogos priístas no se involucren en la campaña pero ellos no dejan de hacerlo.

 

Y Jorge Arizpe les puso el ejemplo. Con el afán de no descuidar su labor como regidor y sin necesidad legal de hacerlo, pidió licencia para ocuparse, estas últimas semanas, de su función como dirigente municipal del PRI. A lo que los regidores del PAN ni pío dijeron.

 

Carlos Alberto Rivas Martínez, Carmen Rocío González Alonso, Ana Luis Herrera Laso y Luis Fernando Yáñez Mata según su actividad pública, andan ocupados al 1000% en temas de campaña que en su labor como regidores.

 

Si tienen tantita vergüenza o interés en ser congruentes, deberían de pedir licencia ellos, siguiendo el ejemplo de Jorge Arizpe.

 

Pero…son cobardes y carecen de calidad moral y su visión es de muy corto alcance. Los regidores del PAN tienen brújula…pero descompuesta. Por eso dudo que sigan el ejemplo de su compañero priísta, quien está demostrando congruencia y calidad moral.

 

Los panistas dicen que quieren cambiar el rumbo con buenas ideas; el problema es que el rumbo los cambió a ellos y pueden remendarlo con la buena idea de pedir licencia.

 

A ver si lo hacen…

 

 

ULTIMALETRA

Un gran saludo a dos asiduos lectores de este espacio: el Dr. Alderete y Bernardo Bustamante a quienes aprecio su lectura, tiempo y comentarios.

luisruben@plandevuelo.mx

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