
Relativo a la fotografía del deplorable evento acaecido en Ensenada, Baja California donde un grupo de amigos, entre los que figuraban un empresario, una defensora pública y un director universitario, mismos quienes al ver deambular a una persona comúnmente nombrada como “de la calle” colgaron una soga amarilla a su cuello y se tomaron foto con el, según mi humilde apreciación, simulando traerlo de mascota.
Afirma el sujeto que sostenía la cuerda que dicho hombre ya portaba la cuerda en su cuello y que el motivo por el cual los abordo lo fue el de solicitarles unos pesos para comer, llamando poderosamente la atención del osado muchacho la cuerda que le colgaba por lo que el solo la tomo entre sus manos para ver de que se trataba y que “casualmente” alguien tomo la foto y también por pura chiripa todos posaron para la cámara y hasta dijeron el famoso “chís”.
Lo subsecuente, una vez que la imagen se hizo pública, y varias organizaciones manifestaron su repudio y molestia, fue que tanto a la funcionaria pública como el director fueron puestos de “ patitas en la calle” de sus respectivas chambas, manejado obviamente como renuncia voluntaria. Lo cual estimo positivo ya que así como observamos como la cólera de bastante gente se enardece con las corridas de toros, tigres de bengala abandonados ante a impotencia para costear su manutención, cachorritos maltratados por empleados desalmados, etc, asi también que se escuchen los alaridos y con mayor vehemencia, por obvias razones, cuando se trate de la defensa de la dignidad del ser humano. Ya que según los del verde, también los animales tiene dignidad, por eso es mi aclaración…..
No me extraña en lo mas mínimo que estas situaciones ocurran, ya lo refería Thomas Hobbes, “El hombre es el lobo del hombre”. Y ese deleznable complejo de superioridad que a la vez lo único que refleja es lo pobres que somos en lo interior.
Desgraciadamente vivimos en una cultura donde el sistema nos enseña que entre mas posesiones acapares, mayor valor tienes, y de ello podemos percatarnos como pequeños de 5 o 6 años miran con desagrado, escrúpulo, incluso miedo a nuestros hermanos raramuris, o a aquellos niños que andan pidiendo en las calles, como los padres al ver que se les aproximan los apartan de ellos, inculcándoles aborrecimiento, en vez de amor o por lo menos respeto.
Suplico muy atentamente a todos los padres de familia, maestros, tíos, o cualquier persona que me otorga su tiempo para leer estas líneas, que formen a sus niños, no en la avaricia ni en el materialismo, desgraciadamente a la larga, esa la gente mas infeliz, ya que no conciben su vida sin los lujos y comodidades, claro que no insinúo que los vuelvan monjes del manto amarillo del Tibet, lo que humildemente sugiero es que desde la infancia, que es la educación mas importante la que reciben en la familia, se les instruya respeto por todos los seres humanos y evitar en la medida de lo posible verse arrastrados por el materialismo desmedido en que vivimos cuyo lema es “ si no tienes no vales”.
Sinceramente considero que quien se echa la soga el cuello es aquel que deposita su felicidad en los bienes materiales. Recordemos que aquellos son un medio no un fin.
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