Por Luis Arnoldo Loya Alvídrez
Por Luis Arnoldo Loya Alvídrez

Para el aficionado mexicano, residente en territorio nacional o extranjero, no hay partido más importante que enfrentarse a la escuadra de las barras y las estrellas en un campo de fútbol.

Donde el césped es pisado por once jugadores de cada escuadra, en una teórica igualdad de condiciones.

Pero, ¿Por qué darle importancia?

Futbolísticamente el conjunto americano que presume de una gran mentalidad y entereza física, le han hecho al futbol mexicano la vida imposible en varias ocasiones. Comenzando por una eliminación en una justa mundialista, derrotas decisivas en la Copa de Oro y una eliminatoria previa al mundial de Brasil 2014 bastante sufrida (en la cual los americanos se jactan de “regalarnos” el boleto). Todo esto sazonado por eventos socioeconómicos que no me corresponde abarcar.

Si, México por un largo tiempo se mostraba superior, ahora Estados Unidos no baja la cabeza ante nuestro seleccionado nacional.

Pero la oportunidad más reciente se dio el sábado 10 de Octubre del año 2015.

El “Tri” llegaba con un proceso interino de la mano de Ricardo “Tuca” Ferreti, por escándalos del estratega anterior, Miguel Herrera. Los americanos apostando por la continuidad de su técnico Jurgen Klinsmann, después de una desastrosa Copa de Oro y una aplastante derrota ante Brasil.

El duelo se puede describir de manera muy sencilla, una escuadra estadounidense carente de idea futbolística, de un referente en el campo, y más sorprendente aún una evidente pesadez en las piernas de los jugadores. México jugó a lo que se esperaba a proponer ofensivamente el partido ya que cuenta con las armas suficientes para hacerlo, apoyarse defensivamente y anímicamente en un referente de la talla de Rafael Márquez, y el sentimiento de localía que aportó el público en el “Rose Bowl”.

A pesar de no ser un partido redondo por parte de la escuadra “tricolor”, donde los errores defensivos y la falta de contundencia se hicieron presentes, se logró el objetivo de clasificar a la Copa Confederaciones del año 2017.

El futbol para el aficionado mexicano es un vicio, una pasión, y el detonante más importante de una alegría garrafal o una tristeza obsesiva. Donde pasamos del “sí se pudo” al comúnmente mencionado “ya merito”.

Y en este caso si se hubiera presentado una derrota ante los norteamericanos, la obsesión se manifestaría ampliamente.

Pero la victoria tomó de la mano al combinado azteca. Dándole un respiro y unos bolsillos llenos a los directivos del balón pie nacional. Sin embargo no hay que dejar pasar el hecho de la falta de continuidad de los técnicos tricolores y la falta de consistencia en el despliegue del juego.

Donde la constante seguirá siendo más negocio y menos futbol.

Para que el nivel siga siendo “ya merito”….

Les ha escrito Luis Arnoldo Loya Alvidrez, y que tengan una semana de campeonato.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *